martes, 1 de noviembre de 2016

«Yo, Picasso»: genio y chamán, por Cristina Castello


El «Guernica»— ese extracto de universo sin palomas
El «Guernica»— ese extracto de sangre, rebeldía y llanto

«Yo, Picasso» era su frase favorita. Fue un desesperado por la vida y la arrasó. No tuvo límites. Ni para crear, ni para doblegar. Ni para beberse el arte, el alcohol y los burdeles; ni para encerrarse en silencio, para crear. El 8 de este abril se cumplen los treinta y seis años de su adiós (¿A Dios?). Hoy  grita, gime, increpa y resiste desde el «Guernica», su obra maestra. Desde ese cuadro que es historia, que escribió la Historia, y que es emblema de libertad, «Yo, Picasso» sigue alertando a los inocentes de la Tierra. En el corazón de este mundo trémulo, su clamor pictórico y vital tiene hoy, aún más entidad.
           Niño prodigio y superdotado; comunista y pacifista, o burgués. Tierno y cruel; amigo y traidor... aquella vez. Aunque ardió en su fuego, salió siempre ileso, él. Calcinaba a los otros. A las otras. Las mujeres eran sus diosas,  pero también, «frazadas para limpiar pisos» y «máquinas para sufrir». Sus ojos desorbitaban destinos. Lo rodeó la muerte y lo abrazó la vida, hasta los 91, cuando nos dejó. ¿Quién fue: Eros o Tánatos?
            Fue un chamán, un genio; el mayor artista del siglo XX y hasta ahora sin parangón. Pintor, escultor, grabador, dibujante, su obra fue decisiva para el desarrollo del arte, incluso para el diseño gráfico, la ilustración y el cómic. Ganó un dinero incalculable; mientras otros artistas morían de hambre, él vivía en castillos y, cuando sus obras los desbordaban, no las vendía: compraba otros.
           Se declaraba pacifista y fue miembro del Partido Comunista Francés, hasta su adiós. Pero si bien la obra del Picasso de los 20 años, refleja el desconsuelo de los excomulgados de la humanidad, el de  los cuerpos abismados, y el de los ciegos, después nunca mostró explícitamente un compromiso con el dolor universal. Hasta que  el demonio nazi aliado a ese otro amo de los infiernos —el Generalísimo español Francisco Franco— se encaramó en pájaros asesinos. Pájaros-aviones que bombardearon la ciudad vasca de Guernica el 26 de abril de 1937, y la muerte puso huevos en la herida. ¡Oh ruiseñor de sus venas! (García Lorca).
 El chamán Picasso reaccionó de inmediato en favor de los republicanos.  Henchido de ira y pletórico de arte, pintó el célebre «Guernica».  
  El «Guernica»— ese extracto de universo sin palomas. El «Guernica»— ese extracto de sangre, rebeldía y llanto, a partir del cual hay un antes y un después. Un antes y un después para la pintura; un antes y un después —o debería haberlos— en las conciencias de quienes miran esos tres metros de alto y ocho de largo, de arte, furia y piedad.
           Con esta pintura, nada más —y nada menos—, que está en el Museo «Reina Sofía» de Madrid, hubiera sido suficiente para la gloria del genio.
           El «Guernica» es un alegato contra la guerra, contra el terrorismo franquista y contra todo fascismo. La violencia, las madres, las mujeres, la maternidad, la sexualidad, laten en esa obra, como un retrato del espanto. Fragmentos de vidas y muertes, son pequeñas imágenes de la gran imagen de un caos organizado, en la obra suprema que exige Libertad. 
           De un lenguaje pictórico sorprendente, es el trabajo de un maestro de la composición que revela, a la vez, la mirada inocente de un niño.
           Así fue Pablo Picasso. De pequeño pintó como un adulto, y recién en su madurez, recuperó su mirada de infante: «Desde niño pintaba como Rafael, y me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño». Cierto, no es fácil recuperar la inocencia.
           Pero nunca estuvo solo para buscar su mirada virgen; un año antes de morir, cuando tenía ya 90, dijo que la muerte fue la única mujer que lo acompañó siempre. Y entonces, las trece diosas «oficiales» que fueron sus frazadas para limpiar pisos y que, sin embargo, lo amaron incluso hasta el suicidio... ¿Qué hicieron?     
  Dora Maar:"Después de Picasso, Dios"

 Animal en celo

                       Quiso ser libre como el mar, y resultó esclavo de su sed hacia todo y hacia todas. Como un animal en celo,  necesitaba de las mujeres,  con la misma potencia con que las mimaba primero, y maltrataba después. Se desesperaba por las adolescentes, quería probar toda forma de sexo, ahogarse de pasión para mejor emerger. Si hasta fue sospechado de homosexual por el novelista Norman Mailer. ¡Vaya «delito»!
           Después  de haber pintado «El picador»,  en La Coruña a los  cuatro años, se enamoró de Carmiña.  Él tenía diez octubres; ella es «La niña de los pies descalzos», cuadro que el Maestro conservó hasta su adiós.
           Jadeante de deseo y tórrido para sus delectaciones, de allí en más todos sus amores —¿sabía amar?— se convirtieron en pinturas. Por sus etapas: azul,  rosa, cubista, la de cercanía al surrealismo, la expresionista, las de las máscaras africanas —por todas, después de Carmiña— desfilaron muchas de sus mujeres. La cupletista célebre Josefa Sebastiá— «La Chelito»; las que surgieron de aventuras, producto de la frecuentación de cabarés de París, Barcelona y Madrid y más.
           Hasta que llegó —le llegó—  Fernande Olivier. Con ella convivió en el barrio de  Montmartre, en París, pero se escapó del hogar para crear otro con Eva Gouel, a quien llamaba «Ma Jolie» («Mi Linda»).
Geneviève 

1917 le regaló a Olga Koklova, bailarina del ballet ruso, al que abandonó por Don Pablo Ruiz Picasso, llamado así hasta que —por rechazo hacia su padre— comenzó a firmar sólo son el apellido de su mamá. Al año siguiente se casaron: la princesa fue la única esposa de Picasso ante la ley; a partir de entonces, se integró la «alta sociedad» y vivió como un burgués. La rusa aristocrática, se había presentado ante él, altiva:

           —«Soy Olga Koklova, la sobrina del Zar», tronó como si susurrara, al tiempo que descubría su escote de aguas sediciosas frente al sediento de toda sed.
           Bellísima sobre su metro 55 de estatura, en las obras de su esposo apareció como una tonta, empecinada, e insatisfecha. ¿Existe la realidad o existen los ojos que la miran?
            El primer hijo de ambos, Paulo, nació tres años más tarde, y ayudó a  disimular el fin del amor, que se anunciaba. Con sus monerías infantiles, regocijaba a las arenas de la Costa Azul, al tiempo que la decadencia de la pareja encontraba su apogeo. 
           Como si su vida hubiera sido un best-seller, la historia del Genio estuvo signada también por la tragedia.         Paulo, con quien siempre había sido indiferente, murió de cirrosis y alcohólico; y —por una perversión del destino— su nieto Pablito se suicidó el día de la muerte del artista, pues Jacqueline Roque, su última y dictadora compañera, no lo dejó entrar al funeral. El pequeño bebió cantidades de lavandina, y se fue de la Tierra... ¿Con su abuelo, a Dios?
           Picasso había fumado opio en París con Apollinaire, Mirbeau, Lautrec y Modigliani. Buscaban semillas de sueños para sembrar la aurora. Fumaban para soñar. Y como un sueño llegó a su vida Marie-Thérèse Walter, cuando ella tenía 17 años y él 46. Era 1927.
           El deseo erótico se sumaba al placer de la aventura; el secreto de los encuentros era absoluto, para evitar problemas con la ley, por la edad de la adolescente. Cuando nació María concepción, Maia, la hija de los dos, Olga fue abandonada. Y también, a su turno, Marie-Thérèse, quien, sin embargo, siguió asistiéndole con devoción: le cortaba las uñas y el pelo y las guardaba, en un orden cronológico estricto, pues él temía que le hicieran brujerías. Escribió a su amado durante treinta años; y finalmente, cuando él murió, se suicidó  en la casa de Picasso en la Costa Azul.
  Françoise Gilot
Los ojos verdes de la fotógrafa yugoslava Dora Maar, le llegaron de la mano de Paul Éluard y su dulce esposa Nush, quienes los presentaron en un café de París. Corría 1936 y el chamán cayó rendido ante su belleza e inteligencia. Pero... ¿Es que él se rendía ante algo o alguien?
           No, también desertó de aquella mirada esmeralda, para tomar de la mano a Françoise Gilot, la Femme-Fleur en 1943, con quien tuvo otros dos hijos: Claude y Paloma.
           Dora, brillante y talentosa,  había fotografiado toda la etapa del Guernica, mientras sufría escenas de celos, que continuaron después de  la separación. Cada vez que él la encontraba con alguna posible pareja, hacía escándalos mayúsculos; para su delirio, cada mujer llevaba la «marca Picasso» y a ella se debía. Dora terminó en un manicomio, y finalmente se hizo profundamente religiosa.
             Con Françoise Guilot vivió en Antibes, en la Costa Azul de Francia (Alpes-Provence-Côte Azur); pero ella -40 años menor que el Chamán, lo dejó, para casarse primero con el 
artista Luc Simon en 1955; y más tarde con Jonas Salk, el pionero de la vacuna de la polio; con quien vivió hasta la muerte de científico, en 1995.
           Pero fue Jacqueline Roque, su última mujer, la única que pudo dominarlo, bueno... apenas un poquito; trató de aislarlo de sus amistades, hijos y nietos, lo acompañó hasta el final. Después de la muerte de Picasso en 1973 en Mougins, Francia, se pegó un tiro, pues no encontraba un sentido a la vida, sin él. Están enterrados juntos, en los jardines del Palacio de Vauvenargues, que Picasso había comprado, pero donde nunca había vivido, en la Riviera Francesa. Mientras se comía la vida, sin saberlo, había preparado su propio sepulcro, suntuoso.

El arte a quemarropa

           Casi todas sus mujeres escribieron libros sobre él. Pero cuando Françoise Gilot, publicó «Mi Vida Con Picasso»,  él no quiso ver nunca más a los hijos de ambos, Claude y Paloma. Con la única que se frecuentaba a veces, era con Maia, hija de Marie-Thérèse, se recordará. Ya grande, ella reconoció que su padre hubiera deseado guardar consigo a todas las mujeres; como un coleccionista, las clasificaba por color, forma y espíritu. Como a las mariposas.
           ¿Cuál de sus mujeres fue la más amada, si es que amó a alguna, más allá del ansia de poseerlas todas? Quizás lo fue la más oculta, la poeta Geneviève Laporte, más de 40 años más joven que él, bella, refinada, sutil. Aparentemente la relación duró un lustro, pero jamás la olvidó. «Nunca podré ser más que tus pinceles /Ser obra de tus manos /Estar dentro de ti», reza un fragmento de alguno de sus poemas para él.

           Pero todas le escribieron versos. Y también él escribió, entre cuyos libros, el más conocido es la obra de teatro «El deseo agarrado por la cola». Él lo podía todo. ¿Todo?
Picasso y Braque

 El poeta Guillaume Apollinaire lo escuchaba y acompañaba, con el afecto de los amigos verdaderos. Curiosa vida: en 1911 un empleado suyo robó algunas estatuillas del Museo del Louvre y las vendió a Picasso. Apollinaire fue detenido por la policía francesa y el genio fue llamado a declarar. Dijo no conocer en absoluto al poeta. Fue una traición.

           ¿Y cómo llamar a las expresiones de Joan Miró, cuando, con su esposa Pilar, se enteró de la muerte del gran Maestro? «Pilareta —se alegró — desde ahora el número uno soy yo».
Cada palabra es un autorretrato: aquí, el de Monsieur Miró.
           Pablo Picasso dejó un imperio y sus herederos viven en torno de su fortuna; salvo Paloma Ruiz Picasso, hija del pintor y de Françoise, que tiene su propio imperio de fragancias, joyas y bolsos. A ella le correspondieron 30.000 millones de la herencia, es dueña... hasta de rascacielos y, con su hermano Claude, compraron la isla Petalious en Grecia, a la cual casi no van.
Françoise Gilot con Claude y Paloma

Amaba a su papá: le importaba su inteligencia y su bohemia; ríe cuando cuenta que —ante ciertos gastos— le escuchaba siempre la misma  respuesta: «¿Crees que eres la hija de Rockefeller?».
           Picasso, ¿Eros, Tánatos, o ambos? Quizá ninguno. Picasso era un genio, y a los genios no se los suele medir con la misma vara que a todos. Tienen la «pasión del Absoluto», de la que escribió Louis Aragon, aunque no se refería a ellos. Son seres para quienes nada es suficientemente «algo».
            Aunque tengan una vida social activa, están aislados. Necesitan encontrar-se en la soledad, su único lugar posible. ¿Saben amar? El arte es un amante tan exigente que quiere al hombre todo entero, según Miguel Ángel Buonarroti. «Nunca podré ser más que tus pinceles», había comprendido sabiamente Geneviève. 
           ¿Hay un lugar cierto para alguien más, en la vida de un genio o de un artista? No, salvo si ese alguien sólo acompaña como una   «frazada para limpiar pisos»; o si es capaz de no perder su propia libertad interior y de conservar su propio mundo, en lugar de subordinarse al genio y dedicarse a la ceremonia de su adoración. Una de las pocas excepciones fue la conducta de Johann Sebastian Bach, quien tuvo una cotidianidad aparentemente normal. No hay muchas más.
           Aunque transiten las sombras, ellos tienen gula de luz. Tienen furia de hurgar en sus propias ventanas, hacia adentro, para encontrar ese nido celeste. Esa parte de Infinito que justifica y explica el arte, para de vivir entre el cielo y la tierra con aspiración de eternidad.
           El mundo es hoy una boa devoradora de vidas. Pueda Picasso, pueda el «Guernica» estremecer otra vez  el corazón del hombre. Y que la Justicia  «rompa sus andrajos grotescos de farándula, se escape de la pista, se meta por la puerta falsa, donde los mercaderes del mundo dirigen los destinos del hombre, y esa Justicia, pida la palabra» (León Felipe).

*Cristina Castello, en «Playboy» México - Enero 2009

domingo, 23 de octubre de 2016

Vidéos de presentación de la exposición de pintura, "Colores", de la artista Miriam Papaleo- Cristina Castello

"Destellos", acrílico de Miriam Papaleo

La muestra (ver AQUÍ) se realizó en la HCD de la Nación, presidencia Dr. Enrique Monzó,
Dirección de Cultura: Andrea Barbieri.
Presentación:  Cristina Castello el 07/10/2016.

Vidéo 1

Vidéo 2.- 

Vidéo 3.-

Gracias André Chenet por los vidéos

jueves, 20 de octubre de 2016

Ni una PERSONA menos- Cristina Castello, no es NOTA sino FIJAR posición

Tomado del sitio FB de Lily Illich Eagney

(NO es una nota, que me requeriría más tiempo con toda la info que tengo; es toma de posición)

Muchos me preguntan por privado por qué no publiqué el afiche de "Ni Una Menos" y/o no hablé de eso.
Algunas de mis razones:
Subiré todos los afiches, mi total adhesión y toda la energía, cuando sea:
"Ni una PERSONA menos": mujeres, hombres, bebés, jubiladas torturadas, civiles, policías (de los buenos), maltratados, asesinados, agredidos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se pretenda culpar a ningún gobierno DECENTE por todo esto.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se utilice el horror con fines políticos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando se reconozca que el aumento del horror, se debe a la DEGRADACIÓN SOCIAL que venimos padeciendo desde hace 12 años... y desde los 75 años de peronismo, directo y/o a través de los golpes de Estado con los que contribuyó
Hay mucho  más para agregar, pero ya está.

Cristina Castello
19/10/2016, día de la manifestación por “Ni una menos”

martes, 28 de junio de 2016

Don Arturo (Illia): estadista y militante, por Federico Storani

Federico Storani, micrófono en mano; a su derecha, Arturo Illia
Hoy se cumplen 50 años del derrocamiento de Arturo Umberto Illia como Presidente de la Nación. Sobre él ya se ha escrito y dicho mucho y bien…aunque tarde. Se lo reconoce como un hombre austero que se dedicó a la política para servir, dotado de una honradez a toda prueba, virtudes estas que se destacan más cuando asistimos a una oprobiosa decadencia moral y cultural generada por el populismo y tolerada por una sociedad anestesiada e indolente.

Expresiones artísticas recientes, como la obra de teatro que lleva su nombre, conmovieron multitudes en ese reconocimiento. Yo quiero aportar humildemente mi experiencia personal con él.
Arturo Illia y Conrado Storani
Don Arturo me “subió” por primera vez a una tribuna y me alentó ante mi temor y nervios por tener que hablar en público. Balbuceé algunas desordenadas frases y cuando bajé de ese balcón que ofició de tribuna improvisada puso su mano en mi hombro y me alentó diciendo: “en toda tribuna radical siempre tiene que haber un joven que exprese al Partido” y luego condescendiente agregó: “estuvo muy bien”. Yo sabía que no, pero me lo decía Don Arturo. Desarrollé con él una estrechísima relación y nunca me tuteó, se dirigía a mí: “usted Fredi”. Me enseñó muchísimo y disfruté de sus conversaciones en las largas recorridas en automóvil por todo el territorio argentino. Me impactó una frase en medio de una conversación: “los Radicales tenemos algo de Anarquistas” deslizó con una leve sonrisa…cuánta razón tenía por el individualismo exacerbado que nos caracteriza.
Salir con él era no saber cuándo se regresaba. Tengo decenas de anécdotas, pero recuerdo especialmente una vez que habíamos asistido a un Congreso de la Juventud Radical en Chepes, al sur de La Rioja, y al regreso una inusual tormenta cortó la ruta por el caudal de agua que la atravesaba tornando imposible pasar en vehículo. Don Arturo divisó a unos doscientos metros de la ruta un pequeño rancho que era algo más que una tapera y determinado dijo: “vamos allá”. Desconfiado y entre ladridos de perros que se nos acercaban llegamos a esa casa modesta en medio de la nada. Un paisano bonachón enseguida reconoció a Don Arturo y nos invitó a pasar y con la generosidad que caracteriza a la gente humilde nos convidó cosas para comer y dispuso catres para dormir. Estuvimos allí ¡dos días! y creo haber vivido una de mis experiencias más fascinantes de militancia, donde aprendí mucho más que con la lectura de unos cuantos libros y la participación en interminables reuniones, viví esa experiencia…con un militante que ya había sido presidente de la nación y estadista destacado.
Podría contar otras anécdotas, lo iré haciendo. Ahora quiero sumarme al homenaje a ese hombre cabal y acompañar el mismo con 2 fotografías. En la primera se lo ve a Don Arturo con mi padre, Conrado, quien tuvo el honor de integrar su gobierno y también fue uno de mis Maestros. En la otra, algo más crecido, estoy hablando en un acto radical ante la atenta mirada de Don Arturo…el Militante…el Estadista.

28/06/2016

martes, 7 de junio de 2016

¡Digno día del PERIODISTA para los colegas dignos! - Cristina Castello

¡Digno día del PERIODISTA!

Para los colegas cancerberos de la sacralidad de la vida.
Para quienes hablan y/o escriben para construir y callan para no transmitir el vacío: la Nada.
Para quienes huyen de la hoguera de las vanidades
Para quienes prefieren el triunfo, al éxito.
Para quienes no se la creen.
Para quienes tiran semillas.
Para quienes saben de fraternidad
¡Feliz día del periodista queridos colegas!
Mi homenaje, con la permanente presencia en mi ser, de mi Maestro, Pablo Ponzano, un hito, un sello en mí para siempre.
De Ernesto Schóó, quien me abrió las puertas del periodismo de Buenos Aires años ha, cuando llegué, sin que yo pudiera siquiera creer tal distinción y tal privilegio. De Raúl Burzaco, y sus manos abiertas para dar, siempre.
Los amé, los amo tanto...
Con mi corazón, a los colegas dignos,
Cristina Castello 
07/06/2016

sábado, 4 de junio de 2016

Como una luciérnaga: Manu Storani. Entrevista a su papá, Federico Storani X Cristina Pérez

"En la esquina de una calle
como una luciérnaga" **
El Dr. Federico Storani habla de su hijo de 14 años, Manu -Manuel Storani- quien, aunque en el Infinito, nunca será olvido para él. 
"En la esquina de una calle
como una luciérnaga", Manu, Manuel Storani, casi corpóreo y casi presencia, en la voz y en el ser todo entero de su papá, para quien siempre habrá un antes y un después del final de viaje de Manu.
El diálogo incluye temas políticos, por cierto: gran estratega de la Convención de la UCR en Gualeguaychú, que contribuyó a ‪#‎Cambiemos, el Dr. Storani.
Habló de la "quasi coalición legislativa" con el Gobierno y de la no"coalición gubernamental" de hoy, según el mismo Mauricio Macri lo dijo, apenas asumió; del gobierno anterior y del tema del título de CFK; de la militancia estudiantil de Néstor Kirchner en una agrupación de derechas con connotación racista; de que durante el kirchnerismo "tuvimos un período de bonanza más prolongado que la Argentina granero del mundo, y se dilapidó"; de que "no hubo una década ganada sino década dilapidada";  de que el gran problema de nuestro pais es cultural. Y de que el nuestro es el segundo país en materia de accidentes de tránsito, que son "casi una epidemia". Y mucho más y muy jugosa y necesaria también este parte, todo dicho con la serenidad de la verdad.

No lo pierdan
"En la esquina de una calle
como una luciérnaga"
(cristina castello)
* Cristina Pérez, la entrevistadora, sabe crear "climas", uno de los secretos que pocos profesionales conocen. Celebro este trabajo suyo.
** Giuseppe Ungaretti
Manu Storani

AQUÍ: El Mundo de mi Hijo Manuel Storani Bruzzone - Federico Storani 


viernes, 20 de mayo de 2016

Eduardo Bendersky: «El arte y el amor redimen la vida y desde allí denuncian todo lo que conspira contra ella» x Cristina Castello


Foto: Ramón Puga Lareo
«Hay una gran diferencia entre objetividad y veracidad. Esta es una actividad del alma. Yo pienso que uno puede aprender por la vía del dolor, que es la experiencia de una vida comprometida con sus deseos. Y otra vía de la gracia, donde la comprensión no viene como resultado de las sucesivas caídas. Pero por lo general aceptar tus limitaciones y necesidades, vivirlas y comprometerte con ellas puede llevarte a entenderlas. Abstenerte te mantiene en un estado de culpa por no haber aceptado tus reclamos. La gracia no se manipula, adviene»


Bendersky o la pintura del silencio



Durante una entrevista que mantuvimos con Eduardo Bendersky en 1980, a poco del regreso de su último viaje a Europa, lo descubrí austero en palabras. Pero, aunque pocas, fueron las necesarias.
         Hace unos días nos encontramos para este artículo cuyo tema requería un diálogo más intenso que aquel. Entonces dijo más palabras, pero también fueron las necesarias.
         Porque no es proclive a hablar de sí mismo, no resultó sencillo conocer su historia personal. Sin embargo, la suya – lejos de ser una actitud neurótica o excluyente – parece responder a una conducta asumida hace tiempo. Todo en su vida confluye hacia el arte; no caprichosamente expresó, durante nuestra visita, que se nutre de sus obras, porque ellas le dan respuestas sobre sí mismo y sobre los demás.    A partir de aquella impresión orientamos el diálogo, del cual bien podría mencionarse como síntesis estas expresiones: 

Obra de Eduardo Bendersky

 «¿Te acordás como era antes de terminar, la flor blanca? No me imaginaba esa respuesta. Y pareciera ahora la única posible»   


          Bendersky nació en Córdoba y formó parte –con Antonio Seguí, José De Monte, Pedro Pont Verges y Marcelo Bonevardi, entre otros – de una generación de artistas hasta ahora irrepetible en aquella ciudad. Estudió un corto tiempo en la Escuela Superior de Bellas Artes, y después hizo varios viajes y vivió algunos años en Europa. Hoy, no es frecuente encontrarlo en vernissages ni en otras reuniones; sale poco, no fuma, toma alcohol solo excepcionalmente y vive dedicado al  taller, donde encuentra su alegría y su fundamento. Así es que después de hablar con él – y de apreciar su obra-, se aprende cómo es un artista verdadero. Por eso importa poco calificar su pintura – como se ha hecho, en ejercicio de una manía común- para enrolarle dentro de algún «ismo». En cambio, vale la pena detenerse ante a ella: es una experiencia modificadora.
 
Óleo de Eduardo Bendersky- Foto: Ramón Puga Lareo

Libertad versus cultura

 «Nací en Córdoba en Marzo de 1932, y viví durante mi infancia cerca Plaza España, en un Barrio que se llama Nueva Córdoba. A los 20 años viajé por Latinoamérica y viví seis meses en Perú y Bolivia. ¿Si ya pintaba?.. Claro, lo hice desde niño»

—Usted anduvo bastante por el mundo. ¿Qué buscaba en cada viaje?
—No sé, es como si a uno lo estuvieran llamando de algún lado. Es cierto que lo interno puede hallarse en todas partes pero es importante encontrar experiencias verdaderas, para poder reconocer las propias. Por otra parte, Europa permite tomar contacto con sucesos culturales importantes.

—A propósito, ¿qué me dice de la cultura argentina de hoy?
—Creo que, a pesar de los límites que implica la tensión social, así como la censura y otras situaciones que no son propicias, hay muchos que trabajan seriamente. Ellos son quienes pueden modificar esta instancia con su aporte.

—¿Las situaciones caóticas favorecen la creación?
 —Hay una máxima que dice que «el sol quema o calienta». Yo creo que situaciones como las que padecimos desintegran a algunos e incentivan a otros en la búsqueda de respuestas mas sanas.

— ¿Cuál debería ser la función del estado en  materia de cultura?
—La función máxima sería la de promover el conocimiento, sin censura ni dirección previas, para que la ideologías no deformen los principios básicos de la conducta. Debería promover sin miedos, porque la búsqueda de la identidad necesita de la libertad... aunque acá estamos acostumbrados a la enunciación de valores y en ellos encuadrar las actividades. Yo creo que solo promoviendo el hecho cultural –y permitiendo que de él provengan los enunciados– podremos modificar nuestra realidad; y solo trayendo a la superficie el inconsciente colectivo, liberándolo encontraremos ese común denominador que hace a nuestra salud colectiva.
 
Óleo de Eduardo Bendersky
Foto: Ramón Puga Lareo

El acto creador

 «De regreso de mi viaje por Latinoamérica, estuve un  corto tiempo en Córdoba y enseguida partí hacia Europa. Era todavía muy joven, pero sabia que de allí salen cosas muy importantes para el arte. No me equivoqué. Encontré respuestas a algunas inquietudes y ciertas hermandades, desde  el punto de vista de la pintura. Naturalmente no encontré, pues tenía pocos años, las mismas respuestas que ahora. Pero ese primer viaje significó un descubrimiento. Lo que más me impresionó entonces, fue el pensamiento surrealista. Viví dos años en París y conocí a mi primera mujer, con la cual tuve dos hijos: Ethel, hoy bailarina, y Alejandro, que está terminando el secundario...»

— ¿Que significa el acto creador?
—La tarea de crear significa representar nuestro espacio, llevándolo a la tela; traerlo desde las tinieblas al campo de nuestra visión. Entonces, una forma, un color, son cruciales... ¿qué hay de más importante que el reconocimiento de éstos?

—¿Se puede hablar de un arte argentino?
—Creo que hay que hablar de arte de los argentinos, porque no hemos encontrado todavía nuestra identidad. Hay una gran dependencia cultural, que, curiosamente mucha gente no conoce porque hay mala información.

—La información sin prejuicios, la buena información, es indispensable para la cultura...
—Absolutamente, hay que abrir las puertas a todo lo que pasa en el mundo, en la certeza de que ello no nos quitará las posibilidades de una expresión propia, sino que será un elemento muy enriquecedor. Hay planteos que pertenecen a la esencia del individuo, y que son semejantes en todos; entonces es muy importante entender esa hermandad espiritual, para poder entendernos a nosotros mismos.

—No entiendo bien eso de la hermandad aplicado al arte
—Hay hechos circunstanciales que modifican las conductas y dan una manifestación muy particular en las artes, en diversos lugares del mundo. Pero también hay algo inherente al hombre, que hace que ciertos signos aparezcan en la civilización incaica o en la egipcia, en los países del Este o de Occidente, porque hablan de nosotros mismos; y no permitir que lleguen a nosotros, es quitarnos la posibilidad de modificarnos.
 
Eduardo Bendersky, dibujo

La dialéctica entre los opuestos

 «Después de aquellos dos años en Europa, regresé a Córdoba –a Villa del Lago- y seis años mas tarde me fui a Centroamérica: estuve una año y medio en Trinidad y en Jamaica. Seguía pintando y mi obra de entonces era no figurativa. A poco de mi retorno de ese viaje, me radiqué en Buenos Aires...»

—A propósito de su respuesta anterior, ¿el arte modifica conductas?
—Sí, y los cambios ocurren a partir de cómo somos recreados por sus operaciones. Desde esa situación, puede haber modificaciones necesarias para nosotros y nuestro medio.

— ¿Marca rumbos?
—Sí, señala caminos y conductas; promueve la identidad perceptiva y la voluntad de obedecer a los impulsos más secretos; induce a la fidelidad a sus dictados, y nos lleva a no actuar solo coyunturalmente.

—Sin embargo, la actitud de muchos contradice sus expresiones...
—Es cierto, y eso lleva a la complicidad, a la cual adhieren muchos argentinos. A veces pienso que la acción creadora –y su comprensión-  cambiaría muchas estructuras sociales, de gente que solo participa del deseo de poder y de consumo. Es realmente muy doloroso ver el caos y la agresión en al estamos sumidos.

—Dentro de ese caos, ¿cuál es la misión del arte?
Creo que el arte y el amor redimen la vida y, desde allí, denuncian todo lo que conspira contra ella. Se manifiesta a través de sus propias metáforas, busca las causas primeras, distingue lo real de lo ficticio, y encuentra su sentido en lo invisible, y viceversa.

— ¿Cómo es eso?
—Quiero decir que si no se admite la dialéctica entre los opuestos, entre el sí y el no –entre la luz y la sombra- no es posible crecer. Para poder conciliarlos y sintetizarlos debe existir el terreno adecuado, tanto para el artista como para la sociedad.

—Terreno que, según parece, no existe en la nuestra. ¿Dónde buscar al arte entonces?
—Donde se encuentra: la vida es rica en sentido y subyace a nuestro alrededor, esperando nuestra adhesión.
 
En los brazos de Eduardo. su hija más
pequeña y tan amada y lo más
vulnerable de su ser: Irina
(Foto que robé a Irina Bendersky)

De la obra

 «En 1966 conocí a mi actual mujer, con la cual tengo mi hija de dos años, Irina, un ser muy especial ¿Qué significó aquel encuentro, según su pregunta? En verdad, me resulta difícil decirlo ahora, porque nunca participé –ni quiero hacerlo- en cosas donde tenga que exponer mi vida personal...»

— ¿Qué cualidades o «des cualidades» debe tener una obra para ser considerada «un objeto vendible»?
—Calificamos así a las obras que no siguen el curso de su propio desarrollo. Es como hacer una pregunta cuya respuesta tenemos desde antes; entonces, no hay encuentro real, solo el resultado de las expectativas depositadas. Hacer una obra vendible, significa obedecer a a lo que consideramos el gusto, o las pautas del momento.

—Su obra es justamente lo opuesto y usted no se integra a los mecanismos comerciales...
—Yo sólo sé que la actividad creadora dicta conductas, y trato de obedecerlas.

—Si hablamos de pintura, ¿qué es un creador?
—Es una persona que ante la tela en blanco – que metafóricamente es su espacio interior- trata de ubicarse dentro de ella, de encontrar respuestas y de penetrarla.

— ¿Existe la inspiración?
—Pienso que casi siempre uno empieza a trabajar por el error; trabaja todos los días y a medida que lo hace, va a trayendo esa imagen hacia afuera, la va rescatando. No me interesa la inspiración como un advenimiento mágico, porque, además, a eso no lo manejamos; creo que lo único que puede hacer uno, es prestarse a las operaciones necesarias para que la situación advenga.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Cada obra, un rito


«En 1977, nos fuimos a Europa y aunque nos radicamos en París, viajamos por distintos lugares. Quise tomar contacto con cosas que había visto antes, y para salir del país, pues en aquel momento me resultaba bastante abrumador....»

— Usted se compromete con su obra...
—Sí, me siento muy comprometido. Cada obra es como un rito, como una oración, tendiente al esclarecimiento personal. De alguna forma, uno tiene que desaparecer como persona, para encontrarse en su propio y verdadero rostro. Hay que tener conocimiento de todo, pero dejarlo todo a un lado cuando se llega al umbral de esa experiencia: ése es el gran esfuerzo.
—Y el indicador de actitudes diferentes entre los pintores...
—Sí, están quienes quieren engrandecer la situación y parten desde la unidad hacia la multiplicidad, y quienes realizan el camino inverso. Esta última es una actitud significativa, que encuentro en pintores –los que me interesan– de todas las épocas. Por eso, encuentro una unidad muy particular entre artistas que –aunque distanciados geográficamente- se asemejan.
— ¿Entonces la tarea del artista se empeña en la búsqueda de la verdad?
—Es un poco difícil hablar de verdad, porque parece (mal) que uno se refiere a la moral. Yo creo que el artista tiene que abrir todas las compuertas, todos los mecanismos, para poder entrever aquello que los bloqueos personales y sociales le impiden descubrir.
No debe tener necesariamente determinada virtudes morales, me quiere decir...
—En ese sentido no me interesa la moralidad. Sin embargo, no hay actividad creadora que no lo comprometa a uno como persona, y que no lo obligue socialmente. Porque cuanto más se acerca uno a su propia interioridad, más compromiso tiene con su entorno, y más capacidad de cambio, en términos reales. Por eso creo que el arte, como la religión, es una gran posibilidad que tiene el hombre.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Me cuesta hablar de mi obra


«La experiencia de Europa me ayudo en la tarea de reconocer el origen de muchos sucesos culturales. Nosotros hemos tenido durante muchos años, una gran dependencia cultural e ideológica, cuyos orígenes no se conocen bien.....»

—Usted mencionó hace poco a la religión ¿es creyente?
—No tengo una actividad confesional pero soy creyente. Por eso la comparación anterior, y porque creo que el arte es la posibilidad que uno tiene de reconocerse, igual que el amor.

— ¿Cómo logra reconocerse?
En la acción de ir caminando hacia adentro.

— Algunos críticos hablan de la «sutil sensualidad de su obra» y otros insisten en su espiritualidad. ¿Qué piensa usted?
—Creo que calificar de sensual o espiritual a una obra, no es el camino cierto para penetrarla. Además, me cuesta mucho hablar de mi trabajo; uno comienza con una propuesta y a medida que camina pierde su sentido inicial. Va perdiendo sus voces y lo hace con metáforas diferentes. Por eso explicarlas, es desvirtuarlas; lo que un hacedor de formas  necesita es llegar a su propio inconsciente, y asumir las formas y espacios donde se desarrollan.

—¿Por qué usted pinta figuración y no figuración, simultáneamente?
—Si yo soy no figurativo es en el sentido de haber buscado  y desarrollado formas que subyacen en mí; hay muchas que veo y a las cuales trato de recrear, sin representarlas. Quiero decir que no hay cosa más peligrosa en arte que la representación, porque implica el olvido de los impulsos propios y el rescate de formas no significativas.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Una obra integradora


«Es muy importante tomar las formas visibles y las que uno rescata de su propio inconsciente, con el mismo sentido. Llegado un momento, uno comprende que no son antagónicas...»

— Insisto en una pregunta anterior, ¿es cierto que vive aislado?
—No podría vivir aislado. Me muevo por afinidades, veo amigos periódicamente y ellos también me frecuentan, pero tengo pocas relaciones profesionales.

— ¿Por qué?
—Porque el artista está muy determinado por su propia actividad, Además, no  olvide que gran parte de nuestra vida transcurre en el taller.

— ¿Tiene horarios para trabajar?
—No tengo horarios, pero pinto todos los días... aunque quizá miro más el cuadro de lo que en realidad pinto. Quiero encontrar ciertas resonancias, que no quiero que me pasen inadvertidas.

— Guillermo Roux me dijo hace poco en una entrevista que usted, Ducmelic, Alfredo Hlito y Distefano son hoy los artistas argentinos principales. Por otra parte. Ambos coincidimos en que –curiosamente- no son los más promovidos,  ¿qué le parece?
—Lo que dijo Guillermo Roux es una apreciación suya, porque cada persona tiene sus propias afinidades. En cuanto a no estar promovidos, yo supongo que no hay nadie que este en términos absolutos – y como se dice popularmente – totalmente «tapado». Toda persona que trabaja en arte ocupa un lugar; un lugar que quizá no tenga mucho que ver con las expresiones o deseos del medio, o con la premura que los sucesos cotidianos imprimen a las cosas de la vida.

— ¿Lo más importante para un artista es desaparecer como identidad personal?
—Yo creo que lo más importante que le puede suceder a una persona –no sólo a un artista- es poder entregarse, por uno de esos milagros que suceden en el arte y en el amor. Porque uno «es» lo que siente, y el conocimiento no es algo fuera de uno mismo: es una forma integradora.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

«Admiro lo que me conmueve»

«El artista no tiene en nuestro medio una buena implantación moral. Siempre fue relegado, y nunca considerado como en otros países, donde se esperan respuestas de él, como de los científicos e intelectuales...»

— ¿De dónde se nutre?
—De mis cuadros, porque hablan de mí, y de los demás.

—Usted se nutre del cuadro y éste es posible por usted... ¿Hay una interrelación?
—Sí, además llega un momento en que la antinomia consciente – inconsciente tiene que desaparecer, para dar lugar a un diálogo continuo.

—¿Qué admira?
Todo lo que me conmueve

— ¿Existe la felicidad?
—Creo que el propósito de la existencia no es la felicidad. El ideal es, para mí, el estado de armonía.

— ¿Teme a la muerte
—Ya no: es imposible separarla de la vida.

— ¿Tiene otras actividades, aparte de la pintura?
—Me dedico en forma exclusiva al arte, y mi relación con la pintura ha modificado muchas actividades cotidianas.

— ¿Hay algún escritor con el cual se identifique particularmente?
—Mi relación con la literatura ha sido bastante específica durante años. Me interesó mucho el orientalismo y el misticismo; y creo que es muy importante conocer los mecanismos personales –psicológicos y espirituales- para poder llegar a zonas más profundas de uno mismo. Entonces, ciertas disciplinas me parecieron medios idóneos para ello. Años después cuando pude tener una actividad mas profunda en el arte, trasladé mis inquietudes hacia al pintura. También me interesa la poesía.

— ¿Qué opina de Borges?
—Me interesa mucho, sobre todo en textos como «El Aleph»; de alguna manera da testimonio de una preocupación muy intima de él, a través de todo su recorrido existencial.

— ¿Le gusta el cine?
Mucho, pero soy bastante ecléctico.... me interesan Fellini, Bergman, Ferreri.

— ¿Cuáles son sus preferencias en materia de música?
—Escucho mucha música y me interesa mucho la barroca, y algunos románticos.

— ¿Qué hace los fines de semana?
—Pinto, como todos los días, estoy con mi familia y a veces visitamos amigos, o los recibimos.

— ¿Cómo es con sus hijos?
—Es difícil decirlo.. Pero los quiero bien, y mucho. ¿No estamos entrando demasiado en el terreno personal?

—Está bien. ¿Qué le gustaría que dijeran de usted como artista, cuando ya no esté?
—Que hice lo que debía.
 
Eduardo Bendersky
crayon, autorretrato, sobre el fin de su
vida en este mundo 

Cristina Castello
Buenos Aires, mayo de 1983- En el diario "Tiempo Argentino"

Eduardo Bendersky nos dejó el 24 de diciembre de 1993.

Crítica de arte entonces, y especialista en la entrevista periodística (3500 entrevistas en mi haber, además de otros artículos, radio, tele), puedo decir que Eduardo es uno de los poco seres a quien percibí habitado por el Absoluto.

Debo decir que, amigos los dos, con una identidad total de espíritus, con él partió una parte de mi ser. 

Cuando Eduardo ya no podía hablar, dialogábamos
con sus escritos en pequeños papelitos y mi voz
Aquí, uno de elloss
*El Sitio de Eduardo, realizado después de su muerte, AQUÍ