Cristina Castello
Poeta y periodista nacida en Buenos Aires
poemas de Cristina Castello
con Combustiones de Christian Jacquard
Frontispicio de Antonio Gamoneda
Prefacio de Thiago de Mello
Traducido del español (Argentina)
por Pedro Vianna
Edición bilingüe
«L’orage es una lumbre inexorable» advierte Cristina Castello ya desde el primer poema de su nuevo libro. No es el frío glacial de este mes de enero 2010 lo que impide que esta llama brille también en los ojos, en la voz y las palabras de la autora en la casa de la América latina de París en que nos presenta la lectura de algunos de sus poemas, rodeada de sus amigos entre ellos André Chenet, como director de orquesta de esta soirée.
Dividiéndose la obra en tres partes, cada una bajo la égida de un dios como Ares, de una diosa, Afrodita, o del semidiós Orfeo, Jean-Pierre Faye, invitado de honor de la sesión, se entrega a un brillante ejercicio de erudición sobre la mitología para señalar el hilo conductor de esta poesía.
El planeta es una niña ultrajada [...] junto a millones de dolores sin eco y en efecto Cristina nos recuerda que realmente obró Ares en su Argentina violentada por los generales asesinos; pero la poeta sabe resistir cuando afirma «Yo puedo todavía abrir mis manos a mis Otros».
Frente al horror económico o a la crueldad de los verdugos ofrece Cristina«un bouquet de arpegios que tatuará el porvenir» y no se trata aquí de un mero idealismo porque la autora, tanto periodista como poeta, es antes de todo una mujer de combate.
Pero Marte tiene los días contados, luego viene en el poemario el reinado de Afrodita que «exorciza nuestro arco iris extinguido». En él se trata de Venus, y en efecto Cristina nos quiere y nos brinda sus palabras y también sus gestos amistosos que, a lo largo de esta función, quisiera prodigar a todos los que vinieron a verla y escucharla.
Si la tempestad simboliza en la primera parte la danza macabra de este planeta bajo el imperio del horror sigue siendo la Tempestad cuna estremecida la que anuncia esta segunda parte que no falta de erotismo. Ya no hay orquídeas cavadas de ausencia y la poeta sabe que la carne siempre tiene algo que decir.
L’orage furtiva nos cancela súbito el desierto y esta tempestad es verdaderamente la de la pasión, a la que se aventurará en la tercera parte gracias al lirismo de Orfeo. Este trueno de viento que da vida al poema es la música, la lira que no es mudez sino la voz del alma.
Con esta tripartición se remata el tema y como lo dice Cristina Castello no queda sino escribir para inventar una segunda eternidad.
Traducción del francés: Denise Peyroche
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