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martes, 14 de abril de 2015

«Enseñar es hacer nidos», por Cristina Castello

«Y los árboles y la noche
 no se mueven
 sino desde sus nidos» (G. Ungaretti)



Los nidos respingan tormentas y abrasan inviernos.
Los nidos germinan plurales y labran «nosotros».
«Nosotros» es música de adagios, adagio y allegro, o allegro con fuoco.
Los amé, los amo tanto... 
con gabriel bauducco y mª laura ponce de león
90 alumnos, me dijeron entonces. 
90 almas, sentí. Tenían 18, 20, 22 años, algunos, mi edad...
Y siempre que enseñé, fue universo nido.
Pero estas 90 almas, ojos con preguntas, fueron más intensidad que mi siempre ardor.
Hice trampas y sabían. Les sembré poesía. Y tomaron la antorcha.
Les enseñé «la entrevista periodística»; y les di lo que tengo para dar. Todo lo mío. Para que ayudemos a un mundo sin amos ni esclavos; para días suyos con luciérnagas.
Los agobié con «persistencia y dedicación»; y con que «talento sólo no alcanza».
con cecilia cardiello, mª laura, sergio sorín, etc.
Pero tiré todas las semillas de poesía y fraternidades que mi alforja abriga.
Y las 90 almas también me sembraron. De ojos hambrientos de luz.
De su ampararse en mí, para ampararme. De sus sondeos al Absoluto. Luchamos por utopías idénticas. Dije utopías,  no utopismos.
Y la mística de creer y crear para un mundo humano, cortó distancias de generaciones.
Terminada la clase, vinito en el bar y al día siguiente y al otro y al otro, en el bar, en clase, en mi casa. Vernos. Estudiaban, aprendían, soñaban, luchaban. Indagaban la vida. Hacían barriletes con ella, los remontaban y apresaban.
Y yo. La vida me latía en mí y en ellos. Y los veía crecer.
con adolfo  "chanpi"rozenfeld en mi casa
Descansamos en confianza.
Los árboles y las hojas danzaban, desde los nidos.
Una noche Mario Schiarolli no fue a una clase mía y supe que era grave.
Desperté al nido. Y todos y todas como guardia de ángeles, llegaron a él.
Un segundo antes.
Entonces, el hospital y turnos para acompañarlo; y Sergio, que transmutó en contrabandista; y con chocolatines para enfermeros, nos franqueaba la puerta de la terapia intensiva, helada.
Y Mario enrejado tras tubos. Pero en nido. La dicha se puede aún en horror, cuando el amor alumbra. 
con los anteriores + inés rabinobich
e invitados

Lo cuidamos, cobijamos, amamos; le dije poemas y que «al salir volaba el vuelo».
Mario, vida difícil y siempre lágrimas de ojos sin llanto, mejoró. Y primavereaba.
Murió de pronto.
Ya no volaba el vuelo.
Y adagio en desierto. Y hasta hoy, soplo ausente de presencia viva.
Diez años, ya.
90 almas entonces.
89 almas hoy son profesionales, padres, madres, novios. Bondades.
Y «nosotros» es de pronto y todavía: «Cris, me caso y vení»; «Cris, te equivocás»; «Cris, ¿cómo era el poema de...?»; «Cris, no quiero que seas fuerte»; «Cris, tengo un problema ético»; «Cris, lo que nos dijiste ya no va...los medios no quieren verdades»; «¡Crissss....es una urgencia y te necesito¡ ... ¿Cómo hacíamos la caipiroska?». «Cris, Cris, Cris....»                   
inés, mªlaura, yo, champi, inés, inés al piano
y en mi casa
Y siempre la mística y el amor que son lo mismo y son Gracia.
Los amé, los amo tanto.
Y siempre el nido.
Que respinga tormentas, abrasa inviernos y gruñe intemperies.
10 años, ya.
Miro el cielo y veo un espejo.
Por tumulto de árboles y hojas.
Que se mueven desde sus 
                    Nidos
con muchos, unos años después


1) Di clases en TEA. Taller Escuela Agencia. Carrera de periodismo. Mi cátedra, «La entrevista periodística», en dos períodos, allí. Después, hice talleres, seguí enseñando; y seguiré. El relato anterior, corresponde al año 1991 de mi ejercicio de la docencia. Seguí dando clases de manera       particular. Hoy, en París —octubre de 2007— siento lo mismo: los amé, los amo tanto.                                                      
   
c/mªlaura, en amsterdan, en miami, en mi casa
*Fotos. De los chicos, con los chicos, en estudio, en mi casa, en la radio, en algún viaje con una de las chicas, después... Vivencias. Huellas. Siempre, como para siempre es el Amor. Aunque casi nadie lo crea,
Cristina Castello, París -2007