(Al final, video de CrónicaTV)
Complicidad |
Catorce años
en la vida de una persona, pueden parecer pocos solo si se la mide en años.
Pero,… ¿cuántos recuerdos se encierran, se liberan… y se atesoran durante
catorce años? Se encierran las complicidades e intimidades que quedan cautivas,
atrapadas con amor y a veces con humor entre quienes las comparten. Se liberan
traducidas en anécdotas e historias que jalonan y construyen una historia,
singular… irrepetible, y sobre todo se atesoran en la médula, en las entrañas,
en las vísceras adonde solo se accede con la llave guardada en el corazón
recitando el santo y seña del amor.
Mi hijo
Manuel, compartió conmigo intimidades y complicidades blindadas con la
consistencia del quebracho y el don que lo distinguía de la discreción,
dignidad y nobleza, sin que se diera cuenta…naturalmente. Liberó las anécdotas
e historias que constituyeron los hitos en el camino que fue forjando su
personalidad conocida. Se me metió en la médula, y allí se acurrucó al cobijo
de mis entrañas… y yo en las de él.
¿Qué puedo
decir? ¿Qué una sonrisa leve más parecida a una mueca me revelaba sus secretos
y yo le correspondía en el mismo idioma? ¿Qué cuando leyó de corrido la primera
palabra o frase, esta vez su carita se iluminó con una sonrisa ancha al
descubrir fascinado un mundo nuevo? ¿Qué su corazón de poeta palpitaba
acelerado y con pasión los primeros amores de su incipiente adolescencia?
Pero Manuel
tenía su mundo al que amaba. A su mamá, Ángeles con quien jugaba y divertía
como si fuera un par y ella lo cuidaba con la devoción que solo las madres
pueden prodigar y sentir. A sus hermanas Constanza, Luisina y María Elena, y a
mi esposa Miriam, quienes desde que lo conocieron lo fundieron en un abrazo de
amor y ternura materializando la mejor definición de familia, más allá de cualquier
convención estúpida,… abrazo mil veces renovado en un ida y vuelta incesante
que profundizó los lazos hasta hacerlos indestructibles. A sus “tíos” de la
vida, en especial Graciela quien se desvivía y prodigaba en amor y educación
que Manuel asimilaba con naturalidad. A Alicia y Patricio quienes retozaron y
rejuvenecieron desde las primeras vacaciones compartidas en Córdoba. A su
madrina, Bea, y sus tíos Javier y Mariana quienes no pudieron sustraerse de su
encanto embriagador.
Amistad |
El mundo de
Manuel también estaba constituido por una legión de “locos bajitos”, y no tan
bajitos. Sus sobrinos que lo idolatraban, Conradito, Catalina, Clarita, Felipe,
Joaquín y Lucía, quienes aguardaban su llegada como si se tratara de los Tres
Reyes Magos juntos y la síntesis de los súper héroes que pueblan sus fantasías.
Sus incontables amigos y amigas, compañeros del Colegio, del deporte…de la
vida.
Tal vez, el
rasgo más destacable de la inteligencia con la que construía su mundo, lo
revele el hecho de que alternaba sin dificultades y con una enorme capacidad de
adaptación entre los niños hermanitos de sus amigos y compañeros, entre sus
pares y entre los padres adultos que lo distinguían.
Manuel tenía
buena madera, actitud para la vida. Su mundo interior se cimentaba en valores sólidos.
Buen amigo, compañero, estudioso, responsable…sin que ello le quitara tiempo al
ocio, la diversión y los juegos que disfrutaba. Apuntaba a convertirse en un
buen ciudadano que con seguridad serviría a su país que amaba…pero ante todo
era una buena persona y tal vez una personalidad en ciernes.
La
naturaleza era su mundo, aunque parezca una obviedad. Amaba las plantas, los
animales, sobre todo los callejeros que se le pegaban como un imán. Sus perras
Sasha y Felipita y el rey de su hogar era su gato Roma. Era un defensor del
medioambiente y en eso radicaba el mayor interés de sus estudios. Tal vez por
eso, no necesitará otro rosario que lo acompañe, más que no sea el constituido
por los eslabones de plantas, flores, y árboles bendecido por la sabiduría de
la naturaleza.
Por mi
actividad he debido hablar en público miles de veces y casi con certeza debo
haber exagerado en cada ocasión…les aseguro, les juro que lo aquí escribo no
exagera un ápice, ni siquiera por la subjetividad de padre eternamente herido.
Elegí no
para que juzguen, sino para que tengan una aproximación a la dimensión de la
pérdida tres de sus creaciones que son representativas de su personalidad. Una
poesía que escribió cuando tenía diez años de edad, un dibujo que realizó
cuando se cumplieron 25 años de la Recuperación de la Democracia y Manuel tenía
siete y una carta de sus amiguitos y compañeros motivada en su temprana
desaparición.
Acompaño
también tres fotografías, que hablan por sí mismas.
Escribí esto
desde las entrañas…desgarrado. Desde las vísceras escucho la voz de Manuel que
me dice que hay que seguir viviendo por
mis otros amores…por sus amores. Lo haré consciente de que es mi deber y para
honrar a mi hijo muy querido…pero yo nunca más seré el mismo.
Federico Storani
12 de Abril 2016
Carta de compañeritos de Manu |
Manu: Democracia |