La gesta de Cambiemos hasta ahora ha marcado el inicio de este proceso en cuatro años casi heroicos por los desafíos que ha debido enfrentar. Hoy, necesita ser reforzada con el apoyo y participación de quienes entiendan la nueva agenda, aunque no hayan participado en el proceso desde su inicio.
Hace varios años que desde esta página y desde las notas que semanalmente hacía en NOTIAR he defendido la necesidad de construir un espacio político que expresara el dilema central de la Argentina entrando en el siglo XXI: cosmopolitismo consciente o autarquismo cerril. En términos políticos, democracia abierta y plural o autoritarismos diversos que reducen los espacios de libertad y de futuro.
Hace varios años que desde esta página y desde las notas que semanalmente hacía en NOTIAR he defendido la necesidad de construir un espacio político que expresara el dilema central de la Argentina entrando en el siglo XXI: cosmopolitismo consciente o autarquismo cerril. En términos políticos, democracia abierta y plural o autoritarismos diversos que reducen los espacios de libertad y de futuro.
Lo imaginaba en una confluencia de lo más avanzado de las
fuerzas políticas más importantes, que requerían para ello sacudirse sus
lastres históricos tal vez apropiados
para la agenda del siglo pasado pero inaplicables en el nuevo escenario del
país y del mundo.
Cada una de ellas siguió los procesos que su dinámica
interna superestructural le indicó. Hasta que el futuro nos alcanzó con un
liderazgo que no provenía de ninguna de ellas, pero que sin embargo está
produciendo este realineamiento que es imposible no visualizar como la
construcción dialéctica de una política propia de los problemas que enfrentan
los argentinos -como los que enfrenta la humanidad- en esta etapa de su
desarrollo económico, tecnológico y social.
Modernidad para volver a ubicar al país en el consenso global,
que perdió en la primera mitad del siglo XX. Mirada alzada hacia las
posibilidades reales de su potencialidad física y humana. Superación de las
discusiones de taberna y regreso a la reflexión con vocación nacional más que
aparcera. Conciencia de pertenencia a un país común, por encima del natural
afecto y pasiones que son inherentes a la política partidaria.
Los intentos fueron varios, pero el pasado siempre nos
alcanzaba y siempre sigue al acecho. Las turbulencias externas y las
limitaciones -e incapacidades- internas nos regresaban al punto de partida, una
y otra vez, y aún pueden hacerlo. La superación definitiva del contencioso
futuro-pasado aún no se ha saldado y es necesaria una gran capacidad de
comprensión y contención para atravesar ese proceso en forma democrática,
abierta, plural y solidaria.
La decisión del radicalismo en su Convención de
Gualeguaychú, en el 2015; la actitud de la Coalición Cívica y por último la
adopción del PRO de una estrategia de confluencia aportando el liderazgo mejor
posicionado de entonces -el del actual presidente- iniciaron un camino que
comenzó esa construcción de un espacio político moderno y plural, en
condiciones de liderar el proceso de cambio hacia una Argentina resurgente,
apoyado en la confluencia de los amplios sectores medios argentinos conteniendo
la diversidad de sus orígenes, historias y culturas políticas. Formaron
CAMBIEMOS, propuesta de cambio y de progreso.
Enfrente, quedó la vieja Corporación de la Decadencia. Los
conservadores defensores de la Argentina vieja, corporativa y cerrada, que
vivían y viven en todos los espacios tradicionales -empresarios, gremiales,
políticos, culturales, intelectuales, periodísticos- miraron y miran a
Cambiemos como el enemigo natural. No se equivocan.
Sin embargo, los bloques no fueron nítidos, porque en ambos quedaron por razones históricas y de viejas lealtades voces que desentonaban. En ambos se hacían oír.
Sin embargo, los bloques no fueron nítidos, porque en ambos quedaron por razones históricas y de viejas lealtades voces que desentonaban. En ambos se hacían oír.
Este paso que ha dado el presidente de la República avanza
en el sentido de pasar en limpio el debate real. No es el que dividió al país
en la segunda mitad del siglo XX entre peronistas y antiperonistas, ni mucho
menos el previo, el de radicales frente a conservadores. El conflicto de hoy es
otro y necesitaba ser aclarado para que los argentinos contaran con una política
que representara sus inquietudes, ansiedades y sueños en un mundo globalizado,
con problemas que cada vez tienen más dimensión universal y rechazan los toscos
remedios de toldería.
Lo que une a una buena política es la necesidad de adecuar
los pasos de cada presente a los desafíos de cada futuro. Y aunque la historia
nunca es lineal -y mucho menos la política-, son los liderazgos los
responsables de construir los instrumentos necesarios para expresar con la
mayor nitidez posible los desafíos de cada hora.
Bienvenido entonces el audaz paso que apunta a superar las
estructuras caducas de una política envejecida devenida impotente y a construir
los nuevos alineamientos. Tendrá raíces diversas porque deberá enfrentar
problemas complejos. Tendrá debates intensos, porque sus protagonistas vienen de
familias políticas diferentes, con historias y épicas distintas. Viejos rivales
se acercarán, y viejos amigos se alejarán. Así ocurre en estos procesos y ha
ocurrido en la historia del país, cuando se declaró la Independencia, cuando se
logró la Constitución, cuando se dio el gran salto modernizador de 1880, cuando
el pueblo irrumpió en la política en 1916, cuando la historia comenzó a contar
con el protagonismo del movimiento obrero en 1945 y cuando con el liderazgo
gigante de Raúl Alfonsín el país despidió para siempre cualquier atisbo
dictatorial asentando su gesta en la fuerza de la unidad nacional sostenida y
expresada por el presidente aún al precio de la incomprensión de amigos y
circunstanciales adversarios.
Bienvenido y ojalá sirva para ampliar la base de
sustentación de la modernización, el progreso y el cambio inclusivo,
democrático, solidario y pujante que coloque a la Argentina nuevamente en el
podio de los países mirados con simpatía y afecto en el concierto mundial.
La gesta de Cambiemos hasta ahora ha marcado el inicio de
este proceso en cuatro años casi
heroicos por los desafíos que ha debido enfrentar. Hoy, necesita ser
reforzada con el apoyo y participación de quienes entiendan la nueva agenda, aunque
no hayan participado en el proceso desde su inicio. Así debe ser leído este
paso que, a no dudarlo, ayudará a consolidar la marcha, profundizarla y
proyectarla en el tiempo.
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