viernes, 16 de marzo de 2012

¿Fin del mundo, o renacimiento?, por Cristina Castello

Orphée, Odilon Redon
Cuando la música acabe
por Cristina Castello

¿Qué le han hecho a la tierra?
 ¿Qué le han hecho a nuestra bella hermana?
Devastada, saqueada, violada y golpeada
Perforada con cuchillos en su amanecer
The Doors

          Fin del mundo, apocalipsis, epílogo de una Era... expresiones para nombrar el miedo que atraviesa el corazón del mundo. Sed de petróleo, guerras, hambre, huracanes, maremotos, discriminación, guerras, deforestación, calentamiento global. Extenso sería el inventario de las ignominias perpetradas por el Hombre contra la Tierra, y contra el hombre. El planeta se estremece, nos sacude y golpea, y cada uno trata de ampararse a su manera: por la fe, la negación de la realidad, el humor o... el ridículo; algunos asisten a cursos para «hacer milagros» [sic], otros comen dentro de un ataúd, y algunos intentan volar como los pájaros.
           «Cuando la música acabe», alertó Jim Morrison («The Doors») en 1967, como una metáfora del fin del mundo. ¿Fue profético? ¿Desaparecerá? Cada vez son más las voces de notables —entre ellos, la mayoría de los republicanos estadounidenses—, que anuncian la caída de la larga etapa liderada por la superpotencia del Norte. Los ojos de la Humanidad, aun los que estuvieron sordos, ciegos y mudos, empezaron a abrirse. Sí. Vivimos el principio del final del capitalismo, la caída del Imperio Americano. 
 Por cierto que este Régimen hegemónico y unipolar que adoró al «Dios Mercado» en detrimento de los ciudadanos, no se agotará de un día para otro. El futuro de Rusia no está definido; China no piensa sino en alimentar a sus casi 1.400 millones de almas, y Europa está desorientada. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, es el Amigo americano, el mejor alumno de los USA de George W. Bush. Este monsieur que está liquidando los derechos sociales del país de los derechos humanos; el mismo que  está rematando la France como si fuera un mercadito; el que construye un Estado policíaco, se ha permitido decir que el capitalismo —el mismo con que él comulga— es el «culpable». La música es tu amigo especial / Baila sobre el fuego como te lo pide / La música es tu único amigo / Hasta el final, tañe la voz de Jim Morrison, en medio del disparate general. 
Odilon Redon
El silencio. El silencio que rasga el alma del mundoel miedo— se quiebra en dislates, a veces divertidos. En Villa Borghese (Roma), veinte personas comieron hace poco, a cincuenta metros de altura, sobre la copa de los árboles, sostenidos por una grúa: querían disfrutar del paisaje. Y a los pocos días, el alcalde de la ciudad dijo a la prensa que el fascismo no encarnaba el «mal absoluto». ¡Vaya tiramisú!
           Desde que en el «septiembre negro» empezó la crisis financiera de Wall Street y se extendió por el mundo, quedó claro que el precio no lo pagan los ricos, sino las personas del común. Recesión, suba de precios, salarios caídos, huelgas, estallidos sociales y aumento de la pobreza, son moneda cotidiana. Y continuarán. Como contrapartida, las grandes fortunas, lejos de volatilizarse, pasan de unas a otras manos; de las de Merrill Lynch a las del Bank of América, por citar uno de los casos.
           ¿Es el fin? El «septiembre negro» — más que una causa de lo que vivimos hoy— fue un disparador. Y es una consecuencia. Esta caída empezó en 1981 con Ronald Reagan y el fundamentalismo del mercado: la «Reaganomics», como se conoció su invento. El de la más despiadada plutocracia, y también el de la desvinculación de la responsabilidad del Estado para con sus ciudadanos. Durante casi treinta años, los «amos del universo» —llamados así por el escritor Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades— dirigen los destinos del planeta. Los amos, son los menos. Empalagados de riquezas materiales incalculables, deciden los destinos de los más: de los sufrientes y cada vez más excluidos de toda esperanza. El desamparo crece y se extiende sobre las generaciones, como una telaraña.
           Por otra parte, ni el centroizquierda ni la izquierda pudieron todavía articular una propuesta seria; están todavía bajo el shock de las sucesivas crisis —salvo en algunos pocos países de América Latina—, y no tienen respuestas ante al desastre.
           ¿Cuánto durará esta caída? Según la mayoría de los analistas más conservadores, entre diez y quince años, aunque más probablemente veinte. Todo depende del resultado de la puja entre los menos que quieren destruir en pro de esa oligarquía financiera; y los menos que abogan por el bien de los más: la mayoría doliente. Y aquí no caben ni pesimismo ni optimismo sino la conciencia despierta del mundo, para recordar que la responsabilidad es de todos. Porque tantas veces esos «todos» bendijeron en las urnas lo mismo que los sacrificaba en la vida, y porque es tan bello el paisaje de las ovejas en sus rebaños, como degradante que el Hombre viva para dar balidos. 
Glorificación de la música
Benjamin Constantin

Titilan las mariposas, despavoridas, ante la inminencia de lo desconocido, mientras el hombre parece una hoja en la tormenta, sin saber siquiera cómo reaccionar. «Voy a bailar el Apocalipsis», dijo frente a multitudes el bailaor sevillano Israel Galván, y su danza tradujo en imágenes esa sensación de final. Con sonidos reales de bombardeos y misiles. ¿Un anuncio? Ya Francis Coppola había hecho su «Apocalypse Now», pero el mundo siguió andando. Bueno, ¿anduvo?

La caída encantada

           Fue el escritor finlandés Arto Paasilinna quien encontró una salida armoniosa a este intríngulis universal. Escribió en 1991 El Cántico del apocalipsis alegre, traducido por ahora sólo en francés. Es una fábula gozosa que alumbra la esperanza, y nos conduce hasta 2023. Como una fantasía que alienta la imaginación, rescata la utopía y nos invita a un mundo fantástico, sin negar el pavor.
           Curiosamente, el apellido del autor —traducido a nuestra lengua—, significa «fortaleza de piedra»; y es justamente lo que Arto nos ofrece en su Cántico: un enjambre de luces sobre nuestro futuro azaroso. Pero –eso sí— nos pide el deber de resistir durante este final provisorio del mundo que él prevé en 2023... con más víctimas, fruto de los estertores del capitalismo. Por cierto que Paasilinna relata la caída del Muro de Berlín (1989) y —aunque jubiloso e irónico— profetiza lo que vivimos y viviremos.
           Con el Muro, uno de cuyos iconos más conocidos fue la «Guerra Fría», se desplomaba el sistema económico, político y social representado por la Unión Soviética, Hoy, según los especialistas más lúcidos del mundo, entre ellos Joseph Stiglitz —Premio Nobel de la Economía 2001—, la crisis de Wall Street fue al capitalismo lo que la caída del Muro al comunismo. Stiglitz, como tantas otras voces, vaticina el fin del enriquecimiento obsceno de los sectores financieros y de las multinacionales, que aún retienen el Poder.  Para revertir la situación, habrá que esperar años.
Sí, el número de hambrientos en el mundo es de 925 millones: sólo en un año, 75 millones se sumaron a los famélicos. Y aunque, por un lado y con una mirada idealizada, algunos ven en América latina una esperanza, no menos de 26 millones de sus gentes engrosarán —casi de un día para el otro— las filas de los hambrientos. La música es tu amigo especial/Baila sobre el fuego como te lo pide/La música es tu único amigo/Hasta el final, nos desafían «The Doors».

¿El ojo de Dios?

           En la frontera entre Francia y Suiza, los científicos buscan la «partícula de Dios». Inventaron un Gran Colisionador de Hadrones (LHC), para descubrir el origen del Universo. Todo está puesto en duda. «Todo lo sólido se desvanece en el aire», como escribió en el ‘88 Marshall Bergman.
           El miedo, el miedo que lacera; la sensación de ser títeres bajo la locura de los poderosos; lo desconocido y acechante incitan también al humor... negro. Enterradores ucranianos de la empresa «Eternidad» hicieron un restaurante en un espacio de veinte metros de largo. Es un ataúd —el mais grande do mundo—, decorado con féretros y cuyos platos tienen nombres relacionados con la muerte: «Nos vemos en el Paraíso», o «Ríase del infierno», por ejemplo. Otro caso: enfermo de vacío y sediento de sangre, un joven argentino mató a su papá, lo cocinó y... se lo comió.  Como contrapartida, el suizo Yves Rossi, provisto de alas equipadas con reactores sobre sus espaldas y su cuerpo como fuselaje, voló sobre los 35 kilómetros del Canal de la Mancha en diez minutos. Por gracia, también hay pájaros.
 
Crisis energética, cambio climático, calentamiento global, deforestación, discriminación, inmigrantes que buscan un lugar bajo el sol y encuentran la muerte de la mano de su hermano, el hombre; ocupaciones de países y masacres por parte del Imperio; la crisis financiera; la militarización de la América indígena; la amenaza de carencia de agua, mientras los sin conciencia la despilfarran; la medicina inaccesible para la mayoría, la falta de viviendas y de educación, las muertes por pánico…
             El hombre horrorizó a la Naturaleza y hoy estamos expuestos a su justa furia. Pero ahora, cuando lo que se juega es nada menos que el destino de todos, lo peor es la pérdida del sentido de la vida, de los valores humanos. Tomados por las urgencias y por la banalidad con que el Sistema distrae la atención de los desprevenidos o indiferentes, no vemos el caleidoscopio que —como un milagro— nos convoca con mil imágenes a dar vida a la vida.   
Odilon Redon
Hoy conocemos la realidad. ¿Qué viene después? Sólo hay presunciones. ¿Se harán ciertas las profecías mayas? Según ellas, después de sufrir no pocas desventuras, el 22 de diciembre de 2012 comenzará una nueva Era. ¿Cambiamos de paradigmas... o elegimos las sombras?
           Según Una breve historia del futuro, libro del economista y pensador francés Jacques Attali, hay tres alternativas. La primera —que todos, y aun los hechos, descartan— es la continuación del Imperio de los USA, lo que significaría el fin del mundo. Otra, igualmente grave, es el súper-conflicto que seguiría a su caída, en cuyo caso continuaría la mundialización capitalista, el caos seguiría in crescendo, mientras que la anomia internacional permitiría que nuevos grupos de depredadores —con acceso a armas de destrucción masiva— cruzaran el espacio y los mares. De cumplirse esta hipótesis, la especie humana se extinguirá.
           Otra posibilidad: la súper-democracia. Si la humanidad no quiere autoaniquilarse, el camino sería un contrato social planetario, con instancias de gobernabilidad y acciones colectivas en pro de la naturaleza. Así, podría inaugurarse la existencia, como una posibilidad humana de transitar el tiempo.
           Hoy, un nuevo mandatario fue elegido para la Casa Blanca. Pero cuidado: Bush, calificado como «el peor entre todos los presidentes de los USA», seguirá en el Poder hasta el 20 de enero. ¿Cuántas aberraciones puede cometer, si hasta hoy no se privó de ninguna?
           Y después, con el flamante electo, ¿qué? ¿Seguiremos soñando ser «libres como el viento», mientras vivimos prisioneros y amurallados por el miedo?
           ¿O quizá los pájaros nos mirarán desde su camino aéreo y desearán ser «libres como los hombres»?

Cristina Castello, en revista "Playboy" México - septiembre 2008
           

martes, 21 de febrero de 2012

Thiago de Mello, un girasol que alumbra al sol. Por Cristina Castello

«Thiago de Mello ha puesto en el mapa verdadero, el del amor, lo que antes [sólo] se presumía», escribió Pablo Neruda, quien tradujo la poesía de Thiago al castellano, como también lo hicieron Mario Benedetti y otros Grandes nombres de la poesía.
«Poetas da América de Canto Castelhano», su último libro, es una ciudad dentro del mapa de amor que es Thiago. Es una antología que reúne poetas de renombre mundial: José Martí, Pablo Neruda, Juan Gelman, Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, José Emilio Pacheco (Wichi), César Vallejo, Rubén Darío, José Asunción Silva, Juana de Ibarbouru y otros, con poetas menos conocidos pero que no son menos representativos de la mejor poesía latinoamericana.
 Lamentablemente, 80 de los seleccionados por Thiago –y cuyos poemas ya había traducido- quedaron afuera (Véase abajo las listas completas de los autores y la Nota del Editor). Con esos 80 poetas podría hacerse otra antología.
En el silencio de su floresta y en comunión con la naturaleza; con la serenidad de un sabio y la potencia de su poesía; con su belleza salvaje y refinada, Thiago de Mello talló una obra de orfebre con esta antología, a través de la cual invita al lector a amar la vida.
Nos ofrece 495 páginas que albergan 400 poemas de 120 autores de los 18 países de América Latina, además de Puerto Rico, seleccionados y traducidos por él en portugués.
«Creo que el artista y los creadores en general, tienen el deber de servir a la vida, porque el hombre con su arte debe servir a la vida del hombre, y esto significa sobre todo cuidar la gran casa donde todos vivimos, nuestra morada, que se llama Tierra. Yo vengo de la patria del agua, de la Amazonia. Yo creo ardientemente en la utopía, más que en la esperanza, la confianza, la fe, yo creo que la ciencia, la tecnología que nos ha permitido fotografiar la luna fosilizada de los primeros destellos del Big Bang, será capaz de despertar en el corazón del hombre el límpido sentimiento de la solidaridad», ha dicho Thiago*. Y así vive él, como un girasol que alumbra al sol, en palabra y obra.
Thiago, uno de los Grandes de la América morena y del mundo, es un combatiente de la ternura humana y de la belleza.

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
Porque nunca me diste ni esperanza fallida,
Ni trabajo injusto, ni pena inmerecida.
Porque veo al final de mi rudo camino
Que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
Fue porque en ellas puse hiel o hieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno
Mas que tú me diste que mayo fuese eterno.
Hallé sin duda largas noches de mis penas.
Mas no me prometiste tú solo noches buenas
Y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Poema «En paz», de Amado Nervo, con que Thiago de Mello cierra «Poetas da América de Canto Castelhano».
No, el ocaso nunca alcanzará tu alba, Thiago de Mello.
Porque espantas la sombra.

Cristina Castello

Nota del Editor
 
Thiago de Mello trabajó más de 20 años en esta antología, que llena un enorme vacío en el acervo bibliográfico brasileño y cumple un importante papel en la interpretación cultural de América Latina. El proyecto original presentado a Global Editora contemplaba más de doscientos poetas de dieciocho países, más Puerto Rico. Pero la presentación de una obra de esa entidad, como es fácil imaginar, implica enormes dificultades. No sólo por su amplitud, desde el punto de vista de la producción editorial propiamente dicha, sino, sobre todo, por las cuestiones relacionadas a los derechos de autor en condiciones excepcionales, indispensables para concretar el proyecto. Las negociaciones finales con autores, herederos y agentes literarios –en la mayor parte de las cuales Thiago de Mello se empeñó personalmente para templar las pasiones- tomaron cerca de dos años. A lo largo de esa larga jornada, hubo bajas.

Algunas de esas bajas se deben a sorprendentes dificultades de comunicación y a reivindicaciones imposibles de ser atendidas; otras, tal vez, a la comprensión del significado de la obra. Para tristeza de nuestro poeta de la floresta, quedaron afuera algunos autores cuyos poemas ya estaban seleccionados y traducidos. Nombres que, no obstante, merecen registro por la belleza de su arte. Ellos son: De Argentina, Alejandra Pizarnik y Hugo Diz; de Bolivia, Julio Ameller Ramalho, Julio de La Vega, Jaime Sáenz Guzmán y Pedro Shimose; de Chile, Braulio Arenas, Floridor Pérez, Jorge Enrique Torres Ulloa, Lionel Lienlaf y Rosabetty Muñoz Séron, de Colombia, Porfirio Barba Jacob, Maruja Vieira, Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez, Darío Jaramillo Escobar, Julián Malatesta, Juan Carlos Galeano, Ana Mercedes Vivas y Luz Estrella Agudelo; de Cuba, Jorge Luis Arcos, Luis Rogelio Nogueras, Raúl Hernández Novás, Jorge Timossi y Pablo Milanés; de El Salvador, Roberto Armijo y Mario Noel Rodríguez; de Guatemala, Enrique Noriega, Mario Martínez, y Francisco Morales Santos; de Honduras, Antonio José Rivas, de México, Octavio Paz y Homero Aridjis; de Nicaragua, Gloria Gubuardi y Rosario Murillo; de Paraguay, Mario Casartelli y Hérib Campos Cervera; de Puerto Rico, Juan Antonio Corretjer; de República Dominicana, Pedro Mir, Norberto Jaames Rawilling y Wilfredo Lozano Lopes; de Uruguay, Saúl Ibargoyen; y de Venezuela, Francisco Pérez Perdomo.

Esta antología, espléndidamente representativa del canto castellano en las Américas, reúne cerca de 400 poemas de 120 poetas latinoamericanos, entre los cuales despuntan las figuras luminarias de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, César Vallejo, Rubén Darío, Gabriela Mistral, Nicolás Guillén, José Asunción Silva, Jaime Sabines, Ernesto Cardenal y Mario Benedetti, entre otros.
En la introducción a su monumental obra, Thiago de Mello afirma considerar cumplida su misión. Nosotros también. Global Editora se enorgullece de haberse asociado con la figura iluminada de la floresta para ofrecer al lector brasileño de poesía, este admirable Poetas da  América de canto castelhano. 

POETAS DA AMÉRICA DE CANTO CASTELHANO.
Seleção, tradução e notas THIAGO DE MELLO.
São Paulo: Global Editora, 2011.  495 p.
ISBN  978-85-260-1561-6

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Traducción del portugués de la Nota del Editor: Cristina Castello
* Extracto de un artículo periodístico realizado por Mireya Castañeda en francés  y traducido por C.C.