jueves, 28 de septiembre de 2017

Raúl Soldi: «Dios me hace pintar» por Cristina Castello

Foto: Ramón Puga Lareo
Raúl Soldi tendría hoy (2018) 113 años. Le hice esta entrevista, hace 35; nos dejó en 1994. Vaya este diálogo, como un golpe de pincel, como una nota musical, como una palabra de amor.

Nota que no me fue fácil: cuando me iba, descubrí que el grabador no había funcionado; debí escribirla a pura memoria: no es un dato menor.
Además de su prolífica obra, pintó la cúpula del Teatro Colón de la capital argentina, tomó veintitrés años para hacer los murales de la Iglesia Santa Ana, en Glew (provincia de Buenos Aires), e ilustró numerosos libros de poesía y de música. 
Nunca envejeció: la pureza de su niño interior alumbró su vida

 «La pintura es como el amor. Se ama una sola vez»


« ¿Usted me había imaginado diferente?»
Aunque siempre obtuvo mi misma respuesta, Raúl Soldi reiteró varias veces la pregunta durante nuestra entrevista. Una manera, quizá, de justificar sus expresiones sencillas y el pudor  que le provoca su ternura difícil de disimular.
Tiene 78 años y está en plena tarea y alienta proyectos, como víspera de un mañana dichoso; y vive de la pintura, como desde hace treinta años.
Pero no siempre fue así; antes, la noche era para la pintura y el día para poder mantenerse: hacía decorados de cine.
Con ojos sin sombras, se ilumina en el renacer de aquella vivencia, en este diálogo.
Ser inocente no es mérito de muchos. Sin egoísmo, queja ni nostalgias, con ojos abiertos a la vida, con regocijo, me honró con su inocencia.


De la obra



 -«Mujeres con sombrero», se llama su última muestra, ¿así le gustan las damas?
- (Sonríe) Me gustan, pero esto fue una casualidad. Una amiga me mostró unos vestidos blancos y yo no resistí. Y la pinté. A partir de ese retrato surgieron los sombreros. Pero después los estudié, porque temí haber caído en el ridículo.

-¿Por qué?
 - Por el tema, pero ahora me gustan.

-Muchos artistas se fueron del país: Presas, Raúl Russo, Seguí, Bonevardi, Aizemberg... ¿Por qué usted no?
- ¿Y  por qué, si a mí me gusta la Argentina?

- ¿Quiere decir que acá hizo su obra sin dificultades?
-Tuve muchas, pero las enfrenté. Durante muchos años mi modus vivendi fue el cine, hice unos 2.400 decorados, ¿vio que en mi casa no hay cortinas?

- ¿No le gustan?
- Sí, pero me harté de colgar cortinas, no quiero poner ninguna más, nunca.

- Muchos jóvenes hoy parecen interesados sólo en exponer. Por “exitismo” pierden la vida: vivir  “en” arte, descubrir, aprender, le parece?
-Sí y es una pena. Creo que no dan al dibujo la importancia que tiene como base y cimiento…

-Ya lo decía Delacroix: "El color es la vida, pero el dibujo es el esqueleto,y la vida sin el esqueleto no existe..."
- Así es. Y  ni siquiera hace falta el lápiz o la carbonilla. También se puede dibujar con el pincel. Pero hay que dibujar, porque si no, no hay cuadro que resista.
 
La cúpula del Teatro Colón, de su autoría
-¿Se puede enseñar a dibujar?
-Sí, pero no a pintar, porque la pintura es algo sensorial, entonces... ¿Quién podría hacerlo? Ni siquiera quien pintó sabe cómo lo hizo. Yo mismo, cuando tengo que retocar un cuadro, lo mando a un restaurador. Nunca sé con qué colores jugué para hacer cada uno. 

- La pintura es una historia de búsquedas y hallazgos...
- Sí, y cuando se produce el encuentro, es como el amor. Se produce una sola vez.

- Pero muchos pintores se repiten. Se rinden a lo fácil...
- Sí, pero todo es distinto cuando la inspiración encuentra algo -porque en el arte no se busca, se encuentra- y ese "algo" aparece como un duende. Como un hermoso duende que da vueltas alrededor. Por eso muchas veces, cuando termino un cuadro, lo miro como si fuera de otra persona
y seguro que esa obra es la mejor, porque no es el recuerdo de otras.

- ¿Y con qué criterio elige los amores -sus cuadros-  para cada muestra?
- Siempre hago por lo menos el triple de las obras que necesito y después selecciono; y mi esposa es mi mejor consejera en ese sentido. Por a eso, cuando viene al taller y no comenta nada, parece que algo anda mal.

La pintura abstracta no existe


- Siempre fue figurativo. ¿Es fidelidad a un estilo?
- No, es que considero que la pintura abstracta no existe. Y la figurativa, automáticamente, es abstracta en cuanto a abstracción de la realidad.

- A ver....
- Digo que la pintura abstracta es un invento; alguien la inventó, los críticos o los especialistas.

- Y entonces Kandinsky, o Mondrian, o Klee y tantos, ¿qué?
- A Mondrian lo respeto como gran decorador pero más que en la pintura de caballete lo veo iluminando el muro; él hace el color del reposo. Y de Kandinsky me interesan el color y el movimiento; hace el color del movimiento.
 
En el Teatro Colón
- ¿Qué cuadro de la pintura de todos los tiempos, le gustaría en su casa?
- Si fuera uno solo, algo de Piero Della Francesca. De otras épocas, Van Gogh, Gauguin, tantos...

- ¿Y Sironi? Fue el primero que le hizo una crítica...
- ¿Cómo sabe tanto?  Es verdad, Sironi fue el primero que me hizo una crítica. Él era fascista y escribía en “Il Poppolo de Italia”, en Milán. Cuando yo expuse tres monocopias en la Bienal de Roma, me hizo unas líneas. Allá los críticos no son tan pródigos como acá. “Le Monde” de París hace un comentario semanal y dedica una, dos, tres, cuatro, o cinco estrellas a las exposiciones; aquella que merece cinco es la mejor de la semana.

- Cuando “Le Monde” comentó su obra, le asignó cinco estrellas…
(Con sorpresa) ¿Cómo sabe tanto de mí?

- Es mi obligación como periodista y es respeto hacia usted. Acá el elogio suele ser por las modas o sectario y desmesurado para algunos, e injusto para otros, ¿verdad?
- Creo que se utiliza un léxico demasiado rebuscado, con palabras que la mayoría de las veces, casi nadie, entiende. Se podría hacer el elogio o provocar el derrumbe de un artista sin apelar a expresiones tan complicadas. Los otros días leí una nota de Marco  Denevi donde repetía una frase de Rodin: “No me pregunten como lo hice”. Entonces, si él no podía responder... ¿cómo podría hacerlo otro?


¿Cómo vive Raúl Soldi?

 
 Iglesia de Glew con frescos de Soldi. 
- De sus estudios en la Academia de Bruera, en Italia, a Argentina. La diferencia con la enseñanza en Argentina es abismal, ¿verdad?

- Acá falta practica y horas de taller. En Italia hacíamos la Academia de 8 a 11 y de 14 a 17; a las 18, teníamos Historia del Arte; y una vez por semana, estudiábamos directamente sobre los cadáveres en el hospital.

 - Me cuesta imaginarlo entre cadáveres.
- ¿Y cómo no va a costarle?...Si cuando me toco levantar la mano de un muerto me desmayé; y después me llevaron afuera para que tome un Fernet.

- Familia de músicos la suya, sus padres, su hermana, su sobrina...infancia de pájaros y colores....
- Sí, yo tenía mi pequeño cuarto, dividido mitad y mitad. En una, copiaba cuadros de Quinquela Martín y de otros pintores; en la otra, hacía experimentos de física y química y fabricaba pilas. Una vez hice un telégrafo sin hilos, con un timbre viejo, y a través de él me comunicaba con un amigo que vivía en la otra cuadra de mi casa.

- Y hoy,  ¿cómo vive?
- No me gusta hablar de mí...

- Bueno, cuénteme del pintor Raúl Soldi.
- Usted querrá decir Raúl Cipriano Soldi.

- ¡Ah, se llama Cipriano! (Risas)
- Sí. Bueno, Raúl Cipriano Soldi va al cine cuando le recomiendan por lo menos cuatro o cinco veces una película, o cuando dan alguna que no necesita propaganda. Alguna de Fellini o de Zeffirelli, por ejemplo.

- ¿Se acercan a usted los jóvenes, en busca de consejo?
- Sí y yo les digo siempre que deben trabajar mucho y no apresurarse para exponer.
Foto: Ramón Puga Lareo

- Porque si exponen y tienen la mala suerte de tener éxito, la obra sufre las consecuencias...
- Exacto y fíjese que esas son las palabras que me dijo Saslavsky, cuando le pedí que me hiciera dirigir una película. Señaló que no tenía inconvenientes, pero que si “por desgracia” tenía éxito, dejaría de pintar. Pero si tuviera menos años, me gustaría dirigir, porque es apasionante. En el cine intervienen todas las artes: la plástica, por la fotografía; la música, por el sonido; la literatura, por el argumento y también la danza por el montaje, que es realmente fascinante.

- Y la poesía. Nunca se la nombra pero es el alma de todas las artes.
- Es verdad. Si no hay poesía, no hay arte.

- ¿Tiene amigos entre los pintores?
- Sí, por ejemplo Juan Carlos Faggioli, Cogorno y Ernesto Farina… ¡Qué rica bagna cauda cocina!

- Doy fe, es exquisita.
- ¿Vio usted? En cambio yo no sé cocinar... salvo unos tallarines a la pumarola,
pero no los amaso.

- Cuénteme de escritores y poetas.
- Más que a los escritores modernos, me gusta releer a Pérez Galdós, Unamuno, Lorca, Neruda, Juan Ramón Jiménez. ¡Y a Machado¡ ¿Sabe que él leía sus poemas a la cocinera, para que los aprobara o no? Y hacía bien, porque eso pasa también con la pintura; la persona que tiene la mirada virgen seguro que no se equivoca cuando elige un cuadro.

El arte internacional


- ¿Se puede hablar de una pintura argentina?
- No me parece adecuado, porque estamos en un momento en que el arte tiende a ser internacional. Además, la pintura suele ser el último orejón del tarro que se da en un país y la nuestra tiene que “caminar” mucho todavía. Pero no creo a esta altura, esto se produzca; los medios de comunicación son muy rápidos y hay muchas influencias... No se trata de pintar un gaucho, para que se hable de algo “nuestro”

- Bueno, nadie está libre de influencias, Poco se “dijo” después de los grandes....
- Sí y parece que las influencias vienen en los aviones... ellos las traen (risas)

- ¿Dónde están sus  miedos?
- No, creo que no tengo miedos. Estoy tranquilo, y el día que me tenga que morir... bueno, estoy preparado y no hice mal a nadie; claro, espero que allá arriba me traten bien, que no se equivoquen.

- Dios no se equivoca, ¿cree en Él?
- ¿Cómo no voy a creer en Dios, si Dios me hace pintar?  

                 Cristina Castello, en el diario
 “Tiempo Argentino”, 09/06/1983
                 Fotos de Raúl Soldi: Ramón Puga Lareo