miércoles, 1 de abril de 2015

CFK Y LA VERGÜENZA; el impuesto a la dignidad, por Gustavo Robles

Ayer, en otra de sus acostumbradas cadenas nacionales para hacer campaña y mostrar que hace obras que se debieron hacer hace 12 años, la presidenta Cristina Kirchner dio otro paso  en su enfrentamiento con la clase trabajadora. Visiblemente afectada por el contundente paro convocado por las centrales obreras, no tuvo empacho en declamar “Me da vergüenza que el 10% que paga ganancias impida ir a trabajar al otro 90%”.
Las palabras de CFK intentan encausar a su conveniencia la realidad, y eso hace rato se le escapó de las manos. Cuando se tiene a la mentira y la tergiversación como método discursivo, es precisamente la realidad la que hace que cada vez le sea más difícil coherentizar los dichos con los hechos. Después de 12 años de gobierno y engaño, lo que dice, cada vez más, expone lo que quiere ocultar. Porque, si sólo el 10% de los trabajadores llega a pagar el impuesto al salario, cuyo mínimo no imponible es de $15.000, quiere decir que el otro 90% gana menos que eso. Y digamos que $15.000 es apenas un salario digno. Menos, ya deja de serlo.
La presidenta quiere instalar, además, la cuestión del impuesto al salario como la única razón del paro de ayer. Es decir que, para ella, el 90% que gana un salario claramente insuficiente, no tiene razones para hacerlo. El reino del revés. Es precisamente esa más que injusta realidad la que hace que sobren razones para el descontento, la protesta y la huelga.
Los medios de comunicación masivos, TODOS en manos de empresarios, ayudan a la instalación de la suba del mínimo no imponible como la única razón del paro, con lo cual contribuyen a la tergiversación gubernamental y al ocultamiento de la realidad que vive la clase trabajadora en este país. Nada dicen de las cifras y los salarios de miseria que sufren millones de asalariados. Sin embargo, esas cifras existen, y pueden buscarse en el lugar menos sospechado: las estadísticas del propio Indec. Cómo serán las cosas, cómo estarán de mal, que el organismo oficial de estadísticas, intervenido para ocultarlas, no puede dar otros guarismos que los que da (lo cual indica que seguramente son mucho peores). Según el Indec, en su último informe, que surge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del último Trimestre del 2014:
-          El 90% de los asalariados en Argentina cobra por debajo de $10.240
-          El 80%, por debajo de $7.998
-          El 70%, por debajo de $6.559
-          El 60% de los trabajadores tiene ingresos por debajo de los $5439
-          El 50% de los asalariados en este país gana por debajo de $4388
-         El 10% que más gana, se lleva el 30% de la renta salarial, mientras el 10% más pobre, sólo el 1,4%
“Linda” redistribución de la riqueza la que ha logrado el oficialismo.
Después de 12 años de gobierno kirchnerista ¿alguien puede estar orgulloso de semejante realidad? Teniendo en cuenta que la Canasta Familiar ronda los $12.000 según las estimaciones de la mayoría de los observatorios gremiales, está muy claro que los salarios en Argentina son indignos, y para la gran mayoría de los trabajadores, casi de miseria.
¿No le da vergüenza a la presidenta esta realidad?
¿No le da vergüenza dejar instalado el concepto de un IMPUESTO AL SALARIO?
¿No le da vergüenza decir que los salarios en Argentina “son los mejores de Latinoamérica”, cuando repasando las cifras oficiales, sería mejor que se callara la boca al respecto?
¿No le da vergüenza haber establecido el salario mínimo, vital y móvil en $4716?
¿No le da vergüenza considerar “ocupados” a quienes cobran un plan del estado, o a quienes “changuean” un par de veces por semana?
¿No le da vergüenza que el 40% de los asalariados esté en negro, sin ningún tipo de cobertura social?
¿No le da vergüenza que el 70% de los jubilados cobre la miseria de $3800?
¿No le da vergüenza hablar de paritarias, cuando el gobierno participa poniéndole techo a las aspiraciones de los trabajadores?
Parece que no le da vergüenza, porque si no, no diría las barbaridades que dice. Como eso de que “fue un paro de transporte, y eso impidió que la gente fuese a trabajar”. Lo que se deduce de esas palabras, es que el paro fue contundente, y que le dolió. Y además: ¿qué pretende CFK? ¿Qué los trabajadores de transporte queden fuera del derecho a huelga? Ese “argumento” suena más a excusa que a otra cosa.
Debería tener vergüenza entonces por la realidad “nada cómoda” que deja esta “señora” para millones de trabajadores. Pero qué puede esperarse de la presidenta que en el Consejo del Salario, frente a los sindicalistas lacayos y entregadores de su clase, dijo muy suelta de cuerpo que “El salario, por definición, nunca va a ser suficiente. Si el salario fuese suficiente, dejarían de ser obreros para pasar a ser patrones”(1). Toda una definición de la señora que tiene como referentes sindicales a Gerardo Martínez (buche de la dictadura y cómplice de la entrega menemista), Armando Cavallieri, Ricardo Pignanelli, Omar Viviani, Víctor Santamaría, Antonio Caló, Hugo Yasky, Roberto Baradel y demás lacras gremiales al servicio de la precarización laboral. Hasta Pedraza lo fue, pero “se desgració” cuando terminó preso por el asesinato de Mariano Ferreyra. Lindo cuadro el del sindicalismo Kirchnerista.
Queda claro entonces, que CFK y la vergüenza no se llevan, porque ni se conocen.
Lo que sí provoca escucharla, es vergüenza ajena

Gustavo Robles, 1-4-2015


(1)    https://www.youtube.com/watch?v=EGkj-01lKjQ Excelente trabajo de @mis2centavos