domingo, 22 de marzo de 2015

«El alma de las mareas», de Françoise Ruban /Por Cristina Castello

Desafío al Infinito
Alza la vela el coraje/ Icémosla sin vacilar/
Mañana sabremos por qué/ cuando alcancemos la victoria"
Paul Éluard

En «El alma de las mareas» («L’âme des marées»), Françoise Ruban se funda en Poesía y -desde allí-, reta al Infinito a devastar el horror.
La voz de la autora es un furor dulce y potente, que nos arroja el guante y nos desafía al Amor.
¿Son 36 poemas o es –del principio al fin- un gran poema?
Son 36 y es uno: una invocación a la Eternidad.
Pueden, entre las estrofas, danzar las magnolias o un piano; Chopin, Lorca, Neruda o Desnos; las pesadillas, la rebeldía o la pertinacia del alba; el espanto ante el horror del mundo, o el silencio tejido como una palabra. Y siempre el océano.
Todo puede danzar y todo danza, armónico, en las mareas; pero es  Fabrice la omnipresencia en todas.
Fabrice, cuyo nido primero fue el vientre de nuestra poeta; Fabrice, desde 2009 en la
«Estrella, la más luminosa de todas»:

«De los padres heredamos cualidades y defectos
   Ciertos valores, a veces
...Mi corazón me dice
   Que yo heredo de vos
   Mi hijo
   Desde que un invierno helado te llevó lejos
                      allá… arriba…»


La belleza de los versos de FR no se rinde a ninguna facilidad, no hace concesiones, ni se vence ante la muerte; aunque Tánatos aceche, agobie, hostigue:

«— Veo manchas de sangre
Mi pensamiento melancólico se vuelve pesadilla
Asesinaron en Gaza
Asesinaron en Grecia
Incansablemente se celebra la película de tantas muertes»

Más que nostalgia por el hijo clausurado para este mundo, el verbo de Françoise tiene huellas; también y aún: como las de las caricias a aquellos rulos que ya no están. Y  tiene  el surco del dolor, perpetuo.
Aún en  «la Noche de las tinieblas/la Noche helada», vive el  corazón del Amor.

«El alma de las mareas»,  alberga la totalidad del universo rubadiano: Pero se ama todo lo Bello o no se ama nada; y este «todo» incluye el silencio:

«En mi cuarto estuche de mi locura
Bailan de puntillas las notas amigas
Nocturno de Chopin Adagio de Mozart
Luego
El silencio
La Soledad»


Silencio. Como el de Rimbaud, cuando a sus dieciocho terminó Una temporada en el infierno;  como el de Hölderlin, entre poema y poema. Silencio, como el de un adagio en el desierto. Silencio, también, síntesis de contrarios –de Eros y Tánatos- y que es, además,  un instante de Eternidad, porque siempre «mueren y se encienden las estrellas». Como la Vida, llena de Gracia.


                                          Cristina Castello
                                          (traducción de mi original en francés y de los extractos de poemas: Denise Peyroche)
Blog de Françoise Ruban, clic sobre el nombre

« L’âme des marées »
Françoise Ruban
 Éditions « Épingle à nourrice »
ISBN: 979-2. 919521-26-5
15 €
Septiembre 2014