viernes, 11 de noviembre de 2016

Miriam Papaleo duerme en las pestañas de un colibrí- Por Cristina Castello

«Colores», de Miriam Papaleo,  un grito del silencio


 «El cielo, el mar, la luna»: ojos que nos miran.
Tanta luz. Infinitud. 

Porque Miriam Papaleo conoce las técnicas y las respeta, puede burlarse de ellas, privilegio de pocos artistas.
Su lenguaje, siempre sutil en su intensidad, puede ser un grito o un silencio; y es muy difícil pintar  el silencio. En «Colores»,  descubrimos el universo detrás de universos que crean las obras de Miriam Papaleo.
El lenguaje crea mundos, ¿qué mundos crea el lenguaje de sus pinceles?
Las respuestas, y los interrogantes de cada espectador -pues el arte plantea preguntas- están aquí, en estas obras.  
 «Explosión orgásmica», Miriam Papaleo
Pero, ¿quién es este ciclón/artista nuestra, Miriam Papaleo? ¿Qué es esto de que, en la mitad de su vida, aparecen sus colores y nos llevan por finitudes e infinitudes? En la mitad de su vida…
, por Gracia, en la mitad de su vida.
Y digo esto porque lo digo con Rainer Maria Rilke:
«Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada, (agrego yo), es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, sentir cómo vuelan los pájaros y saber del movimiento de las flores al abrirse por la mañana. Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada (agrego yo), es necesario poder pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas, en días de infancia, en mañanas al borde del mar… en noches de viaje que temblaban muy alto y volaban con todas las estrellasEs necesario tener recuerdos de muchas noches de amor; es necesario –aún- haber estado al lado de los moribundos… y  es necesario haber permanecido sentado… junto a los muertos.  Es necesario saber olvidar los recuerdos, cuando son muchos, y tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues los recuerdos mismos, no son aún recuerdos, hasta que no se convierten en nosotros mismos: sangre, mirada, gesto.
Recién entonces puede suceder que, en una hora muy rara, se eleve la primera palabra de un verso o la primera pincelada, (agrego yo)…» (1)
Miriam Papaleo, en la mitad de su vida y cuando ya vio tantos cielos y tantas  lunas,  cuando ya vio tantos ojos que se abrieron a la vida… y algunos, amados, que se cerraron para siempre.
En la mitad de su vida,
nos muestra sus pinceladas, como si hubiera  sido una seguidora aplicada, del Maestro Rilke.

Pero no.
Seguidora de nadie.   
Miriam y parte de su familia, amada. Su continente y  mucho de su contenido

Libre Miriam, con los colores que ella misma prepara con sus espátulas, salpicados, rodillos, esponjas…
Libre para pintar lo que siente y ajena a todo «ismo».
Libre, inclasificable…  tiene un arco iris en el bolsillo y, entre sus colores -y en algunos casos, bajo la apariencia de la abstracción-, se adivinan rostros humanos, miradas… huellas. 
Puede, incluso, pintar la pavura, como en «Danza de escorpiones» o «En la puerta del infierno», y puede con ellos atreverse al negro –al negro, la ausencia de todo color-  y poblarlo de luz.
Acechada por su necesidad de equilibrio, Miriam, siempre.
«Explosión orgásmica» y «Destellos» -obras que recomiendo mirar de cerca y atentamente- , son un haz de tinieblas luminosas surgidas de sus manos; quizás un ansia de Absoluto, sólo quizá… ¿ansia consciente o no?
Con Andrea Barbieri,
 directora de
  Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación
No lo sé, pero unas palabras del artista Eduardo Bendersky me responden: «el arte –me dijo alguna vez en alguna entrevista periodística- se manifiesta a través de sus propias metáforas, busca las causas primeras, distingue lo real de lo ficticio, y encuentra su sentido en lo invisible».
Habitada por la luna, Miriam.  «Luna llena en el bosque», por ejemplo, trabajo donde moran seres metafóricos, sólo visibles con una honda mirada interior. 

Y el misterio…
Sin misterio no hay arte. 
El misterio en todas sus obras, pero sobre todo, en esa obra: «El cielo, el mar, la luna» (ver foto arriba).
Esa luna navegante que nos alumbra, ahora y aquí. A todos.
Esa luna que son ojos, los ojos más puros que nos miran.
Ojos, luna, Miriam: el misterio.
El misterio, «la única certidumbre», según Paul Gauguin,
Y basta de palabras, cierro esta página, para que las miradas se multipliquen en ustedes; para ver esta obra, esta desnuda y muy potente levedad que unge la vida. Gracias Miriam, bellísima durmiente en las pestañas de un colibrí.

Cristina Castello  - 11/10/2016
Yo, Cristina Castello, en el momento de presentar la Expo

(La exposición –organizada por la Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se inauguró el 7 de octubre de 2016. Lo anterior, son algunas de mis palabras, cuando presenté la exposición)




(1) (Traducción/versión libre que hice del francés, a partir de un fragmento Rainer M. Rilke, en «Los cuadernos de Malte de Laurids Brigge »).


La obra de Miriam Papaleo: un desafío a estar despiertos, según mis ojos ven
Pequeño vídeo de la muestra, clic AQUÍ

La muestra está abierta al público hasta el 14 de octubre de 2016
Fotos: Graciela Bordón y André Chenet.