martes, 28 de junio de 2016

Don Arturo (Illia): estadista y militante, por Federico Storani

Federico Storani, micrófono en mano; a su derecha, Arturo Illia
Hoy se cumplen 50 años del derrocamiento de Arturo Umberto Illia como Presidente de la Nación. Sobre él ya se ha escrito y dicho mucho y bien…aunque tarde. Se lo reconoce como un hombre austero que se dedicó a la política para servir, dotado de una honradez a toda prueba, virtudes estas que se destacan más cuando asistimos a una oprobiosa decadencia moral y cultural generada por el populismo y tolerada por una sociedad anestesiada e indolente.

Expresiones artísticas recientes, como la obra de teatro que lleva su nombre, conmovieron multitudes en ese reconocimiento. Yo quiero aportar humildemente mi experiencia personal con él.
Arturo Illia y Conrado Storani
Don Arturo me “subió” por primera vez a una tribuna y me alentó ante mi temor y nervios por tener que hablar en público. Balbuceé algunas desordenadas frases y cuando bajé de ese balcón que ofició de tribuna improvisada puso su mano en mi hombro y me alentó diciendo: “en toda tribuna radical siempre tiene que haber un joven que exprese al Partido” y luego condescendiente agregó: “estuvo muy bien”. Yo sabía que no, pero me lo decía Don Arturo. Desarrollé con él una estrechísima relación y nunca me tuteó, se dirigía a mí: “usted Fredi”. Me enseñó muchísimo y disfruté de sus conversaciones en las largas recorridas en automóvil por todo el territorio argentino. Me impactó una frase en medio de una conversación: “los Radicales tenemos algo de Anarquistas” deslizó con una leve sonrisa…cuánta razón tenía por el individualismo exacerbado que nos caracteriza.
Salir con él era no saber cuándo se regresaba. Tengo decenas de anécdotas, pero recuerdo especialmente una vez que habíamos asistido a un Congreso de la Juventud Radical en Chepes, al sur de La Rioja, y al regreso una inusual tormenta cortó la ruta por el caudal de agua que la atravesaba tornando imposible pasar en vehículo. Don Arturo divisó a unos doscientos metros de la ruta un pequeño rancho que era algo más que una tapera y determinado dijo: “vamos allá”. Desconfiado y entre ladridos de perros que se nos acercaban llegamos a esa casa modesta en medio de la nada. Un paisano bonachón enseguida reconoció a Don Arturo y nos invitó a pasar y con la generosidad que caracteriza a la gente humilde nos convidó cosas para comer y dispuso catres para dormir. Estuvimos allí ¡dos días! y creo haber vivido una de mis experiencias más fascinantes de militancia, donde aprendí mucho más que con la lectura de unos cuantos libros y la participación en interminables reuniones, viví esa experiencia…con un militante que ya había sido presidente de la nación y estadista destacado.
Podría contar otras anécdotas, lo iré haciendo. Ahora quiero sumarme al homenaje a ese hombre cabal y acompañar el mismo con 2 fotografías. En la primera se lo ve a Don Arturo con mi padre, Conrado, quien tuvo el honor de integrar su gobierno y también fue uno de mis Maestros. En la otra, algo más crecido, estoy hablando en un acto radical ante la atenta mirada de Don Arturo…el Militante…el Estadista.

28/06/2016