«Colores», de Miriam Papaleo, un grito del silencio
«El cielo, el mar, la luna»: ojos que nos miran. Tanta luz. Infinitud. |
Porque Miriam Papaleo conoce las técnicas y las respeta, puede burlarse de ellas, privilegio de pocos artistas.
El
lenguaje crea mundos,
¿qué mundos crea el lenguaje de sus pinceles?
Las respuestas, y los interrogantes
de cada espectador -pues el arte plantea
preguntas- están aquí, en estas obras.
«Explosión orgásmica», Miriam Papaleo |
Pero, ¿quién es este ciclón/artista nuestra, Miriam Papaleo? ¿Qué
es esto de que, en la mitad de su vida,
aparecen sus colores y nos llevan por finitudes e infinitudes? En la mitad de su vida…
Sí, por Gracia, en la mitad de su vida.
Y digo esto porque lo digo con Rainer Maria Rilke:
«Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada, (agrego yo), es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, sentir cómo vuelan los pájaros y saber del movimiento de las flores al abrirse por la mañana. Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada (agrego yo), es necesario poder pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas, en días de infancia, en mañanas al borde del mar… en noches de viaje que temblaban muy alto y volaban con todas las estrellas. Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor; es necesario –aún- haber estado al lado de los moribundos… y es necesario haber permanecido sentado… junto a los muertos. Es necesario saber olvidar los recuerdos, cuando son muchos, y tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues los recuerdos mismos, no son aún recuerdos, hasta que no se convierten en nosotros mismos: sangre, mirada, gesto.
Recién entonces puede suceder que, en una hora muy rara, se eleve la primera palabra de un verso o la primera pincelada, (agrego yo)…» (1)
Y digo esto porque lo digo con Rainer Maria Rilke:
«Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada, (agrego yo), es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, sentir cómo vuelan los pájaros y saber del movimiento de las flores al abrirse por la mañana. Para escribir un solo verso, o dar una sola pincelada (agrego yo), es necesario poder pensar en caminos de regiones desconocidas, en encuentros inesperados, en despedidas, en días de infancia, en mañanas al borde del mar… en noches de viaje que temblaban muy alto y volaban con todas las estrellas. Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor; es necesario –aún- haber estado al lado de los moribundos… y es necesario haber permanecido sentado… junto a los muertos. Es necesario saber olvidar los recuerdos, cuando son muchos, y tener la paciencia de esperar que vuelvan. Pues los recuerdos mismos, no son aún recuerdos, hasta que no se convierten en nosotros mismos: sangre, mirada, gesto.
Recién entonces puede suceder que, en una hora muy rara, se eleve la primera palabra de un verso o la primera pincelada, (agrego yo)…» (1)
Miriam Papaleo, en la mitad de su vida y cuando ya vio tantos cielos y tantas
lunas, cuando ya vio tantos ojos que se abrieron a la vida… y
algunos, amados, que se cerraron para siempre.
En la mitad de su vida, nos muestra sus pinceladas, como si hubiera sido una seguidora aplicada, del Maestro Rilke.
Pero no.
Seguidora de nadie.
En la mitad de su vida, nos muestra sus pinceladas, como si hubiera sido una seguidora aplicada, del Maestro Rilke.
Pero no.
Seguidora de nadie.
Miriam y parte de su familia, amada. Su continente y mucho de su contenido |
Libre
Miriam, con los colores que ella
misma prepara con sus espátulas, salpicados, rodillos, esponjas…
Libre
para pintar lo que siente
y ajena a todo «ismo».
Libre, inclasificable… tiene un arco iris en el bolsillo y,
entre sus colores -y en algunos casos, bajo la apariencia de la abstracción-,
se adivinan rostros humanos, miradas… huellas.
Puede, incluso, pintar la pavura, como en «Danza de escorpiones» o «En la puerta
del infierno», y puede con ellos atreverse
al negro –al negro, la ausencia de todo color- y poblarlo
de luz.
Acechada
por su necesidad de equilibrio, Miriam, siempre.
«Explosión
orgásmica» y «Destellos»
-obras que recomiendo mirar de cerca y atentamente- , son un haz de tinieblas luminosas surgidas de sus manos; quizás un ansia de
Absoluto, sólo quizá… ¿ansia
consciente o no?
Con Andrea Barbieri, directora de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación |
No lo sé, pero unas palabras del
artista Eduardo Bendersky me
responden: «el arte –me dijo alguna
vez en alguna entrevista periodística- se manifiesta a través de sus propias
metáforas, busca las causas primeras, distingue lo real de lo ficticio, y
encuentra su sentido en lo invisible».
Habitada
por la luna, Miriam. «Luna llena en el bosque», por
ejemplo, trabajo donde moran seres metafóricos, sólo visibles con una honda
mirada interior.
Y el misterio…
Sin misterio no hay arte.
El misterio en todas sus obras, pero
sobre todo, en esa obra: «El
cielo, el mar, la luna» (ver foto arriba).
Esa
luna navegante que nos alumbra, ahora y aquí. A
todos.
Esa luna que son ojos, los ojos más puros
que nos miran.
Ojos, luna, Miriam: el misterio.
El misterio, «la única certidumbre», según Paul Gauguin,
Y
basta de palabras, cierro esta página, para que las miradas se multipliquen en ustedes; para ver
esta obra, esta desnuda y muy potente
levedad que unge la vida. Gracias
Miriam, bellísima durmiente en las pestañas de un colibrí.
Cristina
Castello - 11/10/2016
* (La exposición –organizada por la Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se inauguró el 7 de octubre de 2016. Lo anterior, son algunas de mis palabras, cuando presenté la exposición)
Yo, Cristina Castello, en el momento de presentar la Expo |
* (La exposición –organizada por la Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación se inauguró el 7 de octubre de 2016. Lo anterior, son algunas de mis palabras, cuando presenté la exposición)
(1) (Traducción/versión libre
que hice del francés, a partir de un fragmento Rainer M. Rilke, en «Los
cuadernos de Malte de Laurids Brigge »).
La obra de Miriam Papaleo: un desafío a estar despiertos, según mis ojos ven |
La muestra está abierta al público hasta el 14 de octubre de 2016
Fotos: Graciela Bordón y André Chenet.
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