La corrupción, en una ficción que refleja la realidad
Hombres exiliados en la noche eterna
Hombres como semblantes de tumbas estranguladas
Raymond Queneau
«Poder
absoluto» desnuda la substantifique
moelle de la corrupción política universal.
Es
una obra potente y necesaria, que nos alerta y que produce una fuerte emoción
estética.
La
postura ética que exhibe en el comienzo el joven Gerhard Bauer (Paulo Brunetti),
no es más que la ilusión de que el sumo Mal podría tener su contrapartida en el
sumo Bien.
Pero no. Pasados los primeros minutos, el espectador que lo creyó así, comprende que fue una fantasía, una suerte de maniqueísmo de manual.
Pero no. Pasados los primeros minutos, el espectador que lo creyó así, comprende que fue una fantasía, una suerte de maniqueísmo de manual.
Arnold
Eastman (Carlos Kaspar) es un político de derechas, prestigioso, que guarda el secreto de una
etapa de su vida, abyecta; y es al personaje que juega Paulo Brunetti –ambicioso,
eficientista, pragmático y lejos del principismo del debut de la obra- a quien se le propone blanquear de una manera horrenda, aquel pasado.
Laten
en el diálogo, la economía de mercado y los horrores de los totalitarismos, la
impiedad, la carencia de toda moral y –al fin- el destino del mundo. La
condición humana… ¿O acaso la corrupción no parece hoy, inherente a ella?
La noche del estreno: el Maestro Oscar Barney Finn, Carlos Kaspar, Paulo Brunetti y el aplauso agradecido Foto: Carolina Alfonso |
Que
«las guerras son necesarias en el Tercer Mundo, para ayudar a la naturaleza a contener la
expansión demográfica»; y para «contentar
a los militares de aquellos países que aún no están
preparados para la democracia», se oye decir al personaje de Carlos
Kaspar. Sofismas perversos, varios, para justificar la degradación de la
humanidad, sojuzgada por el Poder Absoluto… ¿y por su escasa Resistencia hacia todo lo que mata la vida?
Durante el diálogo, intenso y
muy bien jugado por Kasper y por Brunetti, un oído sensible puede escuchar en
la platea, una respiración seca, casi animal, cuyo aliento reconoce la mentira
verdadera que –en tanto que una ficción que refleja la realidad- muestra
«Poder absoluto».
Pero
también, la música de Puccini que tanto ama Arnold Eastman/Carlos Kaspar, y la
delicadeza de los tulipanes que cultiva, con amor. Belleza y amor, sí, que
comparte con Gerhard Bauer/Paulo Brunetti, mientras bendicen las guerras y
planean crímenes, para ocultar la abyección: «Ahora sabemos que un hombre puede
leer a Goethe o Rilke por la noche, que puede tocar a Bach y Schubert, y por la
mañana acudir a su trabajo en Auschwitz.» (George Steiner).
El
poder, la ambición y los laberintos del Mal, en ese texto potente, que –gracias
a la dirección del Maestro Oscar Barney
Finn y a las actuaciones excelentes de Carlos
Kaspar y Paulo Brunetti, induce
a la reflexión, con un final que yo interpreto como abierto.
Y descender a los abismos del hombre. Y remontar a
faros de Bien.
Cristina Castello
Actores:
Diseño de luces: Claudio Del Bianco
Diseño de espacio escénico: Oscar Barney Finn
Realización escénica: Eduardo Spindola
Vestuario: Paula Molina
Diseño gráfico: Leandro M. Correa
Fotografía: Andrés Eraso
Prensa: Duche Zárate
Asistencia de dirección: Agustina Barach
Producción ejecutiva: Mónica Benavidez
Dirección
y puesta en escena: Oscar Barney Finn
Funciones:
Viernes 21 hs. Sábados 22 hs.
Teatro Payró
San Martín 766
Precios: $ 160.- Jubilados y estudiantes: $ 90.-