domingo, 23 de octubre de 2016

Vidéos de presentación de la exposición de pintura, "Colores", de la artista Miriam Papaleo- Cristina Castello

"Destellos", acrílico de Miriam Papaleo

La muestra (ver AQUÍ) se realizó en la HCD de la Nación, presidencia Dr. Enrique Monzó,
Dirección de Cultura: Andrea Barbieri.
Presentación:  Cristina Castello el 07/10/2016.

Vidéo 1

Vidéo 2.- 

Vidéo 3.-

Gracias André Chenet por los vidéos

jueves, 20 de octubre de 2016

Ni una PERSONA menos- Cristina Castello, no es NOTA sino FIJAR posición

Tomado del sitio FB de Lily Illich Eagney

(NO es una nota, que me requeriría más tiempo con toda la info que tengo; es toma de posición)

Muchos me preguntan por privado por qué no publiqué el afiche de "Ni Una Menos" y/o no hablé de eso.
Algunas de mis razones:
Subiré todos los afiches, mi total adhesión y toda la energía, cuando sea:
"Ni una PERSONA menos": mujeres, hombres, bebés, jubiladas torturadas, civiles, policías (de los buenos), maltratados, asesinados, agredidos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se pretenda culpar a ningún gobierno DECENTE por todo esto.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando no se utilice el horror con fines políticos.
Diré "Ni una PERSONA MENOS", cuando se reconozca que el aumento del horror, se debe a la DEGRADACIÓN SOCIAL que venimos padeciendo desde hace 12 años... y desde los 75 años de peronismo, directo y/o a través de los golpes de Estado con los que contribuyó
Hay mucho  más para agregar, pero ya está.

Cristina Castello
19/10/2016, día de la manifestación por “Ni una menos”

martes, 28 de junio de 2016

Don Arturo (Illia): estadista y militante, por Federico Storani

Federico Storani, micrófono en mano; a su derecha, Arturo Illia
Hoy se cumplen 50 años del derrocamiento de Arturo Umberto Illia como Presidente de la Nación. Sobre él ya se ha escrito y dicho mucho y bien…aunque tarde. Se lo reconoce como un hombre austero que se dedicó a la política para servir, dotado de una honradez a toda prueba, virtudes estas que se destacan más cuando asistimos a una oprobiosa decadencia moral y cultural generada por el populismo y tolerada por una sociedad anestesiada e indolente.

Expresiones artísticas recientes, como la obra de teatro que lleva su nombre, conmovieron multitudes en ese reconocimiento. Yo quiero aportar humildemente mi experiencia personal con él.
Arturo Illia y Conrado Storani
Don Arturo me “subió” por primera vez a una tribuna y me alentó ante mi temor y nervios por tener que hablar en público. Balbuceé algunas desordenadas frases y cuando bajé de ese balcón que ofició de tribuna improvisada puso su mano en mi hombro y me alentó diciendo: “en toda tribuna radical siempre tiene que haber un joven que exprese al Partido” y luego condescendiente agregó: “estuvo muy bien”. Yo sabía que no, pero me lo decía Don Arturo. Desarrollé con él una estrechísima relación y nunca me tuteó, se dirigía a mí: “usted Fredi”. Me enseñó muchísimo y disfruté de sus conversaciones en las largas recorridas en automóvil por todo el territorio argentino. Me impactó una frase en medio de una conversación: “los Radicales tenemos algo de Anarquistas” deslizó con una leve sonrisa…cuánta razón tenía por el individualismo exacerbado que nos caracteriza.
Salir con él era no saber cuándo se regresaba. Tengo decenas de anécdotas, pero recuerdo especialmente una vez que habíamos asistido a un Congreso de la Juventud Radical en Chepes, al sur de La Rioja, y al regreso una inusual tormenta cortó la ruta por el caudal de agua que la atravesaba tornando imposible pasar en vehículo. Don Arturo divisó a unos doscientos metros de la ruta un pequeño rancho que era algo más que una tapera y determinado dijo: “vamos allá”. Desconfiado y entre ladridos de perros que se nos acercaban llegamos a esa casa modesta en medio de la nada. Un paisano bonachón enseguida reconoció a Don Arturo y nos invitó a pasar y con la generosidad que caracteriza a la gente humilde nos convidó cosas para comer y dispuso catres para dormir. Estuvimos allí ¡dos días! y creo haber vivido una de mis experiencias más fascinantes de militancia, donde aprendí mucho más que con la lectura de unos cuantos libros y la participación en interminables reuniones, viví esa experiencia…con un militante que ya había sido presidente de la nación y estadista destacado.
Podría contar otras anécdotas, lo iré haciendo. Ahora quiero sumarme al homenaje a ese hombre cabal y acompañar el mismo con 2 fotografías. En la primera se lo ve a Don Arturo con mi padre, Conrado, quien tuvo el honor de integrar su gobierno y también fue uno de mis Maestros. En la otra, algo más crecido, estoy hablando en un acto radical ante la atenta mirada de Don Arturo…el Militante…el Estadista.

28/06/2016

martes, 7 de junio de 2016

¡Digno día del PERIODISTA para los colegas dignos! - Cristina Castello

¡Digno día del PERIODISTA!

Para los colegas cancerberos de la sacralidad de la vida.
Para quienes hablan y/o escriben para construir y callan para no transmitir el vacío: la Nada.
Para quienes huyen de la hoguera de las vanidades
Para quienes prefieren el triunfo, al éxito.
Para quienes no se la creen.
Para quienes tiran semillas.
Para quienes saben de fraternidad
¡Feliz día del periodista queridos colegas!
Mi homenaje, con la permanente presencia en mi ser, de mi Maestro, Pablo Ponzano, un hito, un sello en mí para siempre.
De Ernesto Schóó, quien me abrió las puertas del periodismo de Buenos Aires años ha, cuando llegué, sin que yo pudiera siquiera creer tal distinción y tal privilegio. De Raúl Burzaco, y sus manos abiertas para dar, siempre.
Los amé, los amo tanto...
Con mi corazón, a los colegas dignos,
Cristina Castello 
07/06/2016

sábado, 4 de junio de 2016

Como una luciérnaga: Manu Storani. Entrevista a su papá, Federico Storani X Cristina Pérez

"En la esquina de una calle
como una luciérnaga" **
El Dr. Federico Storani habla de su hijo de 14 años, Manu -Manuel Storani- quien, aunque en el Infinito, nunca será olvido para él. 
"En la esquina de una calle
como una luciérnaga", Manu, Manuel Storani, casi corpóreo y casi presencia, en la voz y en el ser todo entero de su papá, para quien siempre habrá un antes y un después del final de viaje de Manu.
El diálogo incluye temas políticos, por cierto: gran estratega de la Convención de la UCR en Gualeguaychú, que contribuyó a ‪#‎Cambiemos, el Dr. Storani.
Habló de la "quasi coalición legislativa" con el Gobierno y de la no"coalición gubernamental" de hoy, según el mismo Mauricio Macri lo dijo, apenas asumió; del gobierno anterior y del tema del título de CFK; de la militancia estudiantil de Néstor Kirchner en una agrupación de derechas con connotación racista; de que durante el kirchnerismo "tuvimos un período de bonanza más prolongado que la Argentina granero del mundo, y se dilapidó"; de que "no hubo una década ganada sino década dilapidada";  de que el gran problema de nuestro pais es cultural. Y de que el nuestro es el segundo país en materia de accidentes de tránsito, que son "casi una epidemia". Y mucho más y muy jugosa y necesaria también este parte, todo dicho con la serenidad de la verdad.

No lo pierdan
"En la esquina de una calle
como una luciérnaga"
(cristina castello)
* Cristina Pérez, la entrevistadora, sabe crear "climas", uno de los secretos que pocos profesionales conocen. Celebro este trabajo suyo.
** Giuseppe Ungaretti
Manu Storani

AQUÍ: El Mundo de mi Hijo Manuel Storani Bruzzone - Federico Storani 


viernes, 20 de mayo de 2016

Eduardo Bendersky: «El arte y el amor redimen la vida y desde allí denuncian todo lo que conspira contra ella» x Cristina Castello


Foto: Ramón Puga Lareo
«Hay una gran diferencia entre objetividad y veracidad. Esta es una actividad del alma. Yo pienso que uno puede aprender por la vía del dolor, que es la experiencia de una vida comprometida con sus deseos. Y otra vía de la gracia, donde la comprensión no viene como resultado de las sucesivas caídas. Pero por lo general aceptar tus limitaciones y necesidades, vivirlas y comprometerte con ellas puede llevarte a entenderlas. Abstenerte te mantiene en un estado de culpa por no haber aceptado tus reclamos. La gracia no se manipula, adviene»


Bendersky o la pintura del silencio



Durante una entrevista que mantuvimos con Eduardo Bendersky en 1980, a poco del regreso de su último viaje a Europa, lo descubrí austero en palabras. Pero, aunque pocas, fueron las necesarias.
         Hace unos días nos encontramos para este artículo cuyo tema requería un diálogo más intenso que aquel. Entonces dijo más palabras, pero también fueron las necesarias.
         Porque no es proclive a hablar de sí mismo, no resultó sencillo conocer su historia personal. Sin embargo, la suya – lejos de ser una actitud neurótica o excluyente – parece responder a una conducta asumida hace tiempo. Todo en su vida confluye hacia el arte; no caprichosamente expresó, durante nuestra visita, que se nutre de sus obras, porque ellas le dan respuestas sobre sí mismo y sobre los demás.    A partir de aquella impresión orientamos el diálogo, del cual bien podría mencionarse como síntesis estas expresiones: 

Obra de Eduardo Bendersky

 «¿Te acordás como era antes de terminar, la flor blanca? No me imaginaba esa respuesta. Y pareciera ahora la única posible»   


          Bendersky nació en Córdoba y formó parte –con Antonio Seguí, José De Monte, Pedro Pont Verges y Marcelo Bonevardi, entre otros – de una generación de artistas hasta ahora irrepetible en aquella ciudad. Estudió un corto tiempo en la Escuela Superior de Bellas Artes, y después hizo varios viajes y vivió algunos años en Europa. Hoy, no es frecuente encontrarlo en vernissages ni en otras reuniones; sale poco, no fuma, toma alcohol solo excepcionalmente y vive dedicado al  taller, donde encuentra su alegría y su fundamento. Así es que después de hablar con él – y de apreciar su obra-, se aprende cómo es un artista verdadero. Por eso importa poco calificar su pintura – como se ha hecho, en ejercicio de una manía común- para enrolarle dentro de algún «ismo». En cambio, vale la pena detenerse ante a ella: es una experiencia modificadora.
 
Óleo de Eduardo Bendersky- Foto: Ramón Puga Lareo

Libertad versus cultura

 «Nací en Córdoba en Marzo de 1932, y viví durante mi infancia cerca Plaza España, en un Barrio que se llama Nueva Córdoba. A los 20 años viajé por Latinoamérica y viví seis meses en Perú y Bolivia. ¿Si ya pintaba?.. Claro, lo hice desde niño»

—Usted anduvo bastante por el mundo. ¿Qué buscaba en cada viaje?
—No sé, es como si a uno lo estuvieran llamando de algún lado. Es cierto que lo interno puede hallarse en todas partes pero es importante encontrar experiencias verdaderas, para poder reconocer las propias. Por otra parte, Europa permite tomar contacto con sucesos culturales importantes.

—A propósito, ¿qué me dice de la cultura argentina de hoy?
—Creo que, a pesar de los límites que implica la tensión social, así como la censura y otras situaciones que no son propicias, hay muchos que trabajan seriamente. Ellos son quienes pueden modificar esta instancia con su aporte.

—¿Las situaciones caóticas favorecen la creación?
 —Hay una máxima que dice que «el sol quema o calienta». Yo creo que situaciones como las que padecimos desintegran a algunos e incentivan a otros en la búsqueda de respuestas mas sanas.

— ¿Cuál debería ser la función del estado en  materia de cultura?
—La función máxima sería la de promover el conocimiento, sin censura ni dirección previas, para que la ideologías no deformen los principios básicos de la conducta. Debería promover sin miedos, porque la búsqueda de la identidad necesita de la libertad... aunque acá estamos acostumbrados a la enunciación de valores y en ellos encuadrar las actividades. Yo creo que solo promoviendo el hecho cultural –y permitiendo que de él provengan los enunciados– podremos modificar nuestra realidad; y solo trayendo a la superficie el inconsciente colectivo, liberándolo encontraremos ese común denominador que hace a nuestra salud colectiva.
 
Óleo de Eduardo Bendersky
Foto: Ramón Puga Lareo

El acto creador

 «De regreso de mi viaje por Latinoamérica, estuve un  corto tiempo en Córdoba y enseguida partí hacia Europa. Era todavía muy joven, pero sabia que de allí salen cosas muy importantes para el arte. No me equivoqué. Encontré respuestas a algunas inquietudes y ciertas hermandades, desde  el punto de vista de la pintura. Naturalmente no encontré, pues tenía pocos años, las mismas respuestas que ahora. Pero ese primer viaje significó un descubrimiento. Lo que más me impresionó entonces, fue el pensamiento surrealista. Viví dos años en París y conocí a mi primera mujer, con la cual tuve dos hijos: Ethel, hoy bailarina, y Alejandro, que está terminando el secundario...»

— ¿Que significa el acto creador?
—La tarea de crear significa representar nuestro espacio, llevándolo a la tela; traerlo desde las tinieblas al campo de nuestra visión. Entonces, una forma, un color, son cruciales... ¿qué hay de más importante que el reconocimiento de éstos?

—¿Se puede hablar de un arte argentino?
—Creo que hay que hablar de arte de los argentinos, porque no hemos encontrado todavía nuestra identidad. Hay una gran dependencia cultural, que, curiosamente mucha gente no conoce porque hay mala información.

—La información sin prejuicios, la buena información, es indispensable para la cultura...
—Absolutamente, hay que abrir las puertas a todo lo que pasa en el mundo, en la certeza de que ello no nos quitará las posibilidades de una expresión propia, sino que será un elemento muy enriquecedor. Hay planteos que pertenecen a la esencia del individuo, y que son semejantes en todos; entonces es muy importante entender esa hermandad espiritual, para poder entendernos a nosotros mismos.

—No entiendo bien eso de la hermandad aplicado al arte
—Hay hechos circunstanciales que modifican las conductas y dan una manifestación muy particular en las artes, en diversos lugares del mundo. Pero también hay algo inherente al hombre, que hace que ciertos signos aparezcan en la civilización incaica o en la egipcia, en los países del Este o de Occidente, porque hablan de nosotros mismos; y no permitir que lleguen a nosotros, es quitarnos la posibilidad de modificarnos.
 
Eduardo Bendersky, dibujo

La dialéctica entre los opuestos

 «Después de aquellos dos años en Europa, regresé a Córdoba –a Villa del Lago- y seis años mas tarde me fui a Centroamérica: estuve una año y medio en Trinidad y en Jamaica. Seguía pintando y mi obra de entonces era no figurativa. A poco de mi retorno de ese viaje, me radiqué en Buenos Aires...»

—A propósito de su respuesta anterior, ¿el arte modifica conductas?
—Sí, y los cambios ocurren a partir de cómo somos recreados por sus operaciones. Desde esa situación, puede haber modificaciones necesarias para nosotros y nuestro medio.

— ¿Marca rumbos?
—Sí, señala caminos y conductas; promueve la identidad perceptiva y la voluntad de obedecer a los impulsos más secretos; induce a la fidelidad a sus dictados, y nos lleva a no actuar solo coyunturalmente.

—Sin embargo, la actitud de muchos contradice sus expresiones...
—Es cierto, y eso lleva a la complicidad, a la cual adhieren muchos argentinos. A veces pienso que la acción creadora –y su comprensión-  cambiaría muchas estructuras sociales, de gente que solo participa del deseo de poder y de consumo. Es realmente muy doloroso ver el caos y la agresión en al estamos sumidos.

—Dentro de ese caos, ¿cuál es la misión del arte?
Creo que el arte y el amor redimen la vida y, desde allí, denuncian todo lo que conspira contra ella. Se manifiesta a través de sus propias metáforas, busca las causas primeras, distingue lo real de lo ficticio, y encuentra su sentido en lo invisible, y viceversa.

— ¿Cómo es eso?
—Quiero decir que si no se admite la dialéctica entre los opuestos, entre el sí y el no –entre la luz y la sombra- no es posible crecer. Para poder conciliarlos y sintetizarlos debe existir el terreno adecuado, tanto para el artista como para la sociedad.

—Terreno que, según parece, no existe en la nuestra. ¿Dónde buscar al arte entonces?
—Donde se encuentra: la vida es rica en sentido y subyace a nuestro alrededor, esperando nuestra adhesión.
 
En los brazos de Eduardo. su hija más
pequeña y tan amada y lo más
vulnerable de su ser: Irina
(Foto que robé a Irina Bendersky)

De la obra

 «En 1966 conocí a mi actual mujer, con la cual tengo mi hija de dos años, Irina, un ser muy especial ¿Qué significó aquel encuentro, según su pregunta? En verdad, me resulta difícil decirlo ahora, porque nunca participé –ni quiero hacerlo- en cosas donde tenga que exponer mi vida personal...»

— ¿Qué cualidades o «des cualidades» debe tener una obra para ser considerada «un objeto vendible»?
—Calificamos así a las obras que no siguen el curso de su propio desarrollo. Es como hacer una pregunta cuya respuesta tenemos desde antes; entonces, no hay encuentro real, solo el resultado de las expectativas depositadas. Hacer una obra vendible, significa obedecer a a lo que consideramos el gusto, o las pautas del momento.

—Su obra es justamente lo opuesto y usted no se integra a los mecanismos comerciales...
—Yo sólo sé que la actividad creadora dicta conductas, y trato de obedecerlas.

—Si hablamos de pintura, ¿qué es un creador?
—Es una persona que ante la tela en blanco – que metafóricamente es su espacio interior- trata de ubicarse dentro de ella, de encontrar respuestas y de penetrarla.

— ¿Existe la inspiración?
—Pienso que casi siempre uno empieza a trabajar por el error; trabaja todos los días y a medida que lo hace, va a trayendo esa imagen hacia afuera, la va rescatando. No me interesa la inspiración como un advenimiento mágico, porque, además, a eso no lo manejamos; creo que lo único que puede hacer uno, es prestarse a las operaciones necesarias para que la situación advenga.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Cada obra, un rito


«En 1977, nos fuimos a Europa y aunque nos radicamos en París, viajamos por distintos lugares. Quise tomar contacto con cosas que había visto antes, y para salir del país, pues en aquel momento me resultaba bastante abrumador....»

— Usted se compromete con su obra...
—Sí, me siento muy comprometido. Cada obra es como un rito, como una oración, tendiente al esclarecimiento personal. De alguna forma, uno tiene que desaparecer como persona, para encontrarse en su propio y verdadero rostro. Hay que tener conocimiento de todo, pero dejarlo todo a un lado cuando se llega al umbral de esa experiencia: ése es el gran esfuerzo.
—Y el indicador de actitudes diferentes entre los pintores...
—Sí, están quienes quieren engrandecer la situación y parten desde la unidad hacia la multiplicidad, y quienes realizan el camino inverso. Esta última es una actitud significativa, que encuentro en pintores –los que me interesan– de todas las épocas. Por eso, encuentro una unidad muy particular entre artistas que –aunque distanciados geográficamente- se asemejan.
— ¿Entonces la tarea del artista se empeña en la búsqueda de la verdad?
—Es un poco difícil hablar de verdad, porque parece (mal) que uno se refiere a la moral. Yo creo que el artista tiene que abrir todas las compuertas, todos los mecanismos, para poder entrever aquello que los bloqueos personales y sociales le impiden descubrir.
No debe tener necesariamente determinada virtudes morales, me quiere decir...
—En ese sentido no me interesa la moralidad. Sin embargo, no hay actividad creadora que no lo comprometa a uno como persona, y que no lo obligue socialmente. Porque cuanto más se acerca uno a su propia interioridad, más compromiso tiene con su entorno, y más capacidad de cambio, en términos reales. Por eso creo que el arte, como la religión, es una gran posibilidad que tiene el hombre.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Me cuesta hablar de mi obra


«La experiencia de Europa me ayudo en la tarea de reconocer el origen de muchos sucesos culturales. Nosotros hemos tenido durante muchos años, una gran dependencia cultural e ideológica, cuyos orígenes no se conocen bien.....»

—Usted mencionó hace poco a la religión ¿es creyente?
—No tengo una actividad confesional pero soy creyente. Por eso la comparación anterior, y porque creo que el arte es la posibilidad que uno tiene de reconocerse, igual que el amor.

— ¿Cómo logra reconocerse?
En la acción de ir caminando hacia adentro.

— Algunos críticos hablan de la «sutil sensualidad de su obra» y otros insisten en su espiritualidad. ¿Qué piensa usted?
—Creo que calificar de sensual o espiritual a una obra, no es el camino cierto para penetrarla. Además, me cuesta mucho hablar de mi trabajo; uno comienza con una propuesta y a medida que camina pierde su sentido inicial. Va perdiendo sus voces y lo hace con metáforas diferentes. Por eso explicarlas, es desvirtuarlas; lo que un hacedor de formas  necesita es llegar a su propio inconsciente, y asumir las formas y espacios donde se desarrollan.

—¿Por qué usted pinta figuración y no figuración, simultáneamente?
—Si yo soy no figurativo es en el sentido de haber buscado  y desarrollado formas que subyacen en mí; hay muchas que veo y a las cuales trato de recrear, sin representarlas. Quiero decir que no hay cosa más peligrosa en arte que la representación, porque implica el olvido de los impulsos propios y el rescate de formas no significativas.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

Una obra integradora


«Es muy importante tomar las formas visibles y las que uno rescata de su propio inconsciente, con el mismo sentido. Llegado un momento, uno comprende que no son antagónicas...»

— Insisto en una pregunta anterior, ¿es cierto que vive aislado?
—No podría vivir aislado. Me muevo por afinidades, veo amigos periódicamente y ellos también me frecuentan, pero tengo pocas relaciones profesionales.

— ¿Por qué?
—Porque el artista está muy determinado por su propia actividad, Además, no  olvide que gran parte de nuestra vida transcurre en el taller.

— ¿Tiene horarios para trabajar?
—No tengo horarios, pero pinto todos los días... aunque quizá miro más el cuadro de lo que en realidad pinto. Quiero encontrar ciertas resonancias, que no quiero que me pasen inadvertidas.

— Guillermo Roux me dijo hace poco en una entrevista que usted, Ducmelic, Alfredo Hlito y Distefano son hoy los artistas argentinos principales. Por otra parte. Ambos coincidimos en que –curiosamente- no son los más promovidos,  ¿qué le parece?
—Lo que dijo Guillermo Roux es una apreciación suya, porque cada persona tiene sus propias afinidades. En cuanto a no estar promovidos, yo supongo que no hay nadie que este en términos absolutos – y como se dice popularmente – totalmente «tapado». Toda persona que trabaja en arte ocupa un lugar; un lugar que quizá no tenga mucho que ver con las expresiones o deseos del medio, o con la premura que los sucesos cotidianos imprimen a las cosas de la vida.

— ¿Lo más importante para un artista es desaparecer como identidad personal?
—Yo creo que lo más importante que le puede suceder a una persona –no sólo a un artista- es poder entregarse, por uno de esos milagros que suceden en el arte y en el amor. Porque uno «es» lo que siente, y el conocimiento no es algo fuera de uno mismo: es una forma integradora.
 
Óleo de Eduardo Bendersky

«Admiro lo que me conmueve»

«El artista no tiene en nuestro medio una buena implantación moral. Siempre fue relegado, y nunca considerado como en otros países, donde se esperan respuestas de él, como de los científicos e intelectuales...»

— ¿De dónde se nutre?
—De mis cuadros, porque hablan de mí, y de los demás.

—Usted se nutre del cuadro y éste es posible por usted... ¿Hay una interrelación?
—Sí, además llega un momento en que la antinomia consciente – inconsciente tiene que desaparecer, para dar lugar a un diálogo continuo.

—¿Qué admira?
Todo lo que me conmueve

— ¿Existe la felicidad?
—Creo que el propósito de la existencia no es la felicidad. El ideal es, para mí, el estado de armonía.

— ¿Teme a la muerte
—Ya no: es imposible separarla de la vida.

— ¿Tiene otras actividades, aparte de la pintura?
—Me dedico en forma exclusiva al arte, y mi relación con la pintura ha modificado muchas actividades cotidianas.

— ¿Hay algún escritor con el cual se identifique particularmente?
—Mi relación con la literatura ha sido bastante específica durante años. Me interesó mucho el orientalismo y el misticismo; y creo que es muy importante conocer los mecanismos personales –psicológicos y espirituales- para poder llegar a zonas más profundas de uno mismo. Entonces, ciertas disciplinas me parecieron medios idóneos para ello. Años después cuando pude tener una actividad mas profunda en el arte, trasladé mis inquietudes hacia al pintura. También me interesa la poesía.

— ¿Qué opina de Borges?
—Me interesa mucho, sobre todo en textos como «El Aleph»; de alguna manera da testimonio de una preocupación muy intima de él, a través de todo su recorrido existencial.

— ¿Le gusta el cine?
Mucho, pero soy bastante ecléctico.... me interesan Fellini, Bergman, Ferreri.

— ¿Cuáles son sus preferencias en materia de música?
—Escucho mucha música y me interesa mucho la barroca, y algunos románticos.

— ¿Qué hace los fines de semana?
—Pinto, como todos los días, estoy con mi familia y a veces visitamos amigos, o los recibimos.

— ¿Cómo es con sus hijos?
—Es difícil decirlo.. Pero los quiero bien, y mucho. ¿No estamos entrando demasiado en el terreno personal?

—Está bien. ¿Qué le gustaría que dijeran de usted como artista, cuando ya no esté?
—Que hice lo que debía.
 
Eduardo Bendersky
crayon, autorretrato, sobre el fin de su
vida en este mundo 

Cristina Castello
Buenos Aires, mayo de 1983- En el diario "Tiempo Argentino"

Eduardo Bendersky nos dejó el 24 de diciembre de 1993.

Crítica de arte entonces, y especialista en la entrevista periodística (3500 entrevistas en mi haber, además de otros artículos, radio, tele), puedo decir que Eduardo es uno de los poco seres a quien percibí habitado por el Absoluto.

Debo decir que, amigos los dos, con una identidad total de espíritus, con él partió una parte de mi ser. 

Cuando Eduardo ya no podía hablar, dialogábamos
con sus escritos en pequeños papelitos y mi voz
Aquí, uno de elloss
*El Sitio de Eduardo, realizado después de su muerte, AQUÍ






viernes, 29 de abril de 2016

Desde el fondo del asco- Cristina Castello

(sólo palabras al pasar)
Nuestros pájaros agonizan, nos amordazaron los ángeles
Rapiñaron nuestro tiempo de morosidad y belleza
Abrumados, estamos abrumados de cotidianeidad, de urgencia
y de basura.  
Basta ya.
Reneguemos de la mera condición pedestre. 
Vamos a erguirnos. Soltemos amarras. Vibremos Música, Pintura, Poesía. Bien, el puro Bien, la Bondad toda.
Oponernos, sí. Oponernos, porque nuestras alas nos acechan, 
porque se nos rebelan los ángeles.
Vamos, vamos. Vamos. Unidos, para que no nos hagan noche el alba.  
Vamos, a deshacernos por fin del "modelo" que nos enrejó durante doce años el alma. 
Estamos llegando al fondo del asco y nos espera la Vida... 
Sólo un tiempo más. Un poco, apenas.


Cristina Castello,  sólo palabras al pasar, repugnada, pero entera. 
28/04/2016


martes, 12 de abril de 2016

El Mundo de mi Hijo Manuel Storani Bruzzone - Federico Storani - y Video

(Al final, video de CrónicaTV)
Complicidad
Catorce años en la vida de una persona, pueden parecer pocos solo si se la mide en años. Pero,… ¿cuántos recuerdos se encierran, se liberan… y se atesoran durante catorce años? Se encierran las complicidades e intimidades que quedan cautivas, atrapadas con amor y a veces con humor entre quienes las comparten. Se liberan traducidas en anécdotas e historias que jalonan y construyen una historia, singular… irrepetible, y sobre todo se atesoran en la médula, en las entrañas, en las vísceras adonde solo se accede con la llave guardada en el corazón recitando el santo y seña del amor.
Mi hijo Manuel, compartió conmigo intimidades y complicidades blindadas con la consistencia del quebracho y el don que lo distinguía de la discreción, dignidad y nobleza, sin que se diera cuenta…naturalmente. Liberó las anécdotas e historias que constituyeron los hitos en el camino que fue forjando su personalidad conocida. Se me metió en la médula, y allí se acurrucó al cobijo de mis entrañas… y yo en las de él.

¿Qué puedo decir? ¿Qué una sonrisa leve más parecida a una mueca me revelaba sus secretos y yo le correspondía en el mismo idioma? ¿Qué cuando leyó de corrido la primera palabra o frase, esta vez su carita se iluminó con una sonrisa ancha al descubrir fascinado un mundo nuevo? ¿Qué su corazón de poeta palpitaba acelerado y con pasión los primeros amores de su incipiente adolescencia?

Pero Manuel tenía su mundo al que amaba. A su mamá, Ángeles con quien jugaba y divertía como si fuera un par y ella lo cuidaba con la devoción que solo las madres pueden prodigar y sentir. A sus hermanas Constanza, Luisina y María Elena, y a mi esposa Miriam, quienes desde que lo conocieron lo fundieron en un abrazo de amor y ternura materializando la mejor definición de familia, más allá de cualquier convención estúpida,… abrazo mil veces renovado en un ida y vuelta incesante que profundizó los lazos hasta hacerlos indestructibles. A sus “tíos” de la vida, en especial Graciela quien se desvivía y prodigaba en amor y educación que Manuel asimilaba con naturalidad. A Alicia y Patricio quienes retozaron y rejuvenecieron desde las primeras vacaciones compartidas en Córdoba. A su madrina, Bea, y sus tíos Javier y Mariana quienes no pudieron sustraerse de su encanto embriagador.
Amistad
El mundo de Manuel también estaba constituido por una legión de “locos bajitos”, y no tan bajitos. Sus sobrinos que lo idolatraban, Conradito, Catalina, Clarita, Felipe, Joaquín y Lucía, quienes aguardaban su llegada como si se tratara de los Tres Reyes Magos juntos y la síntesis de los súper héroes que pueblan sus fantasías. Sus incontables amigos y amigas, compañeros del Colegio, del deporte…de la vida.

Tal vez, el rasgo más destacable de la inteligencia con la que construía su mundo, lo revele el hecho de que alternaba sin dificultades y con una enorme capacidad de adaptación entre los niños hermanitos de sus amigos y compañeros, entre sus pares y entre los padres adultos que lo distinguían.
Manuel tenía buena madera, actitud para la vida. Su mundo interior se cimentaba en valores sólidos. Buen amigo, compañero, estudioso, responsable…sin que ello le quitara tiempo al ocio, la diversión y los juegos que disfrutaba. Apuntaba a convertirse en un buen ciudadano que con seguridad serviría a su país que amaba…pero ante todo era una buena persona y tal vez una personalidad en ciernes.

La naturaleza era su mundo, aunque parezca una obviedad. Amaba las plantas, los animales, sobre todo los callejeros que se le pegaban como un imán. Sus perras Sasha y Felipita y el rey de su hogar era su gato Roma. Era un defensor del medioambiente y en eso radicaba el mayor interés de sus estudios. Tal vez por eso, no necesitará otro rosario que lo acompañe, más que no sea el constituido por los eslabones de plantas, flores, y árboles bendecido por la sabiduría de la naturaleza.
Por mi actividad he debido hablar en público miles de veces y casi con certeza debo haber exagerado en cada ocasión…les aseguro, les juro que lo aquí escribo no exagera un ápice, ni siquiera por la subjetividad de padre eternamente herido.

Elegí no para que juzguen, sino para que tengan una aproximación a la dimensión de la pérdida tres de sus creaciones que son representativas de su personalidad. Una poesía que escribió cuando tenía diez años de edad, un dibujo que realizó cuando se cumplieron 25 años de la Recuperación de la Democracia y Manuel tenía siete y una carta de sus amiguitos y compañeros motivada en su temprana desaparición.

Acompaño también tres fotografías, que hablan por sí mismas.

Escribí esto desde las entrañas…desgarrado. Desde las vísceras escucho la voz de Manuel que me dice que hay que seguir viviendo  por mis otros amores…por sus amores. Lo haré consciente de que es mi deber y para honrar a mi hijo muy querido…pero yo nunca más seré el mismo.

Federico Storani

12 de Abril 2016
Carta de compañeritos de Manu

Manu: Democracia 
Manu Storani, poeta


"Cortar este dolor/ ¿Con qué tijeras?" (Miguel Hernández).
Silencio, en el Infinito del Amor hacia Manu, hacia Fredi -quien
buscó a su hijo por agua, tierra y cielo, hasta el último aliento-,
y hacia toda su familia.
cristina castello 



«En esta oscuridad
con las manos
heladas
distingo
mi cara 
Me veo
abandonado en el infinito»
(Giuseppe Ungaretti)
Homenaje de Crónica TV al Infinito de Manuel Storani y de la lucha de su papá por salvarlo. 
Federico Storani  : « … pero yo nunca más seré el mismo»