jueves, 12 de marzo de 2015

Prólogo de Thiago de Mello, para "Orage/Tempestad", de Cristina Castello

Ya revisaba las últimas pruebas de Poetas da América de Canto Castelhano [1] cuando me llega la poesía de Cristina Castello: el mejor premio para mi trabajo perseverante de largos años con el fin de terminar la primera antología que se publica en Brasil de poetas de todos los países de América Latina. Poetas de mi corazón.
El mismo fervor amoroso con el que traduje a Rubén Darío, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillén, Alfonsina Storni, Jorge Adoum, Mario Benedetti, la obra completa de César Vallejo, crece feliz cuando comienzo a alumbrar en el idioma de mi pueblo[2] los decasílabos perfectos deJazmines y Verdugos, cuya sonoridad profunda se acurruca en el silencio nocturno de mi selva.
           Um pelotão de verdugos persegue
           os jasmins que dançam com a brisa.
           Libaneses, palestinos. Humanos.
           Nas suas pálpebras os seus sóis se apagam,
           Horizontes cortados com tesouras[3].
Inventora de una lengua poética construida con talento y afán, de conmovedora belleza, Cristina pone de rodillas la ferocidad ciega que pretende aniquilar la belleza de la condición humana. Con sus perturbadoras metáforas, lo que planta no es ya la semilla, sino el gran árbol de la esperanza y la certeza de que el amor triunfará, poco importa cuándo. La poesía de Cristina funda la verdad, como Hölderlin[4] nos enseñó.
En la mañana amazónica brillan las escamas esmaltadas del río de mi infancia. Frente a ellas, apoyado sobre el parapeto de vieja caoba, leo en voz alta versos deOrage. Libro cuyo esplendor me descubre recovecos en los que anidan palabras llenas de estrellas, me lleva por subterráneos secretos del reino de la Poesía, de donde se yerguen para lavar la negrura del mundo, poemas de brasa y rocío.
Orage reclama un estudio de grandes honduras, de esas por donde se pasean peces de fabularios, ciegos que descifran sortilegios.
Lo que aquí te ofrezco, Cristina Castello, son las palabras de un poeta agradecido por la felicidad inefable que me entrega este libro, edificado por tu don creador, con belleza de incesante permanencia, metal que canta. A joy forever[5].
Poeta Cristina Castello, los pájaros de la selva cantan alegres tu nombre.
Thiago de Mello, julio de 2009
Traducido del portugués (Brasil) por Cristina Castello




[1] Literalmente: Poetas de América de Canto Castellano.
[2] Se trata del portugués de Brasil. 
[3] Un pelotón de verdugos persigue / A los jazmines que danzan con la brisa / Libaneses, palestinos. Humanos. /
Se les mueren los soles en los párpados /Tienen horizontes cortados con tijeras
Cf. el poema completo, en
pp. 18 (castellano) y 19 (francés).
[4] Alusión al último verso del poema Andenken (Memoria) de Friederich Hölderlin:Was belitbet aber, stiften dier Dichter (La poesía es la morada del ser). Para más detalles, ver la nota 5 de la versión en francés de este Prefacio. 
[5] Cf. John Keats: Endymion, libro I: A thing of beauty is a joy forever (Lo bello es alegría para siempre).

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