viernes, 12 de abril de 2019

«La reina de la belleza de Leenane», un nuevo proyecto. Por Oscar Barney Finn

El Maestro Oscar Barney Finn, con Marta Lubos, Cecilia Chiarandini,
Pablo Mariuzzi y Sebastián Dartayete.
Hace veinte años descubrí esta obra de Martin Mc Donagh y viaje a Galway, en donde se había estrenado (1º de febrero 1996), para verla en el Druid Theatre con puesta de Garry Hynes, la directora de este mítico teatro de Irlanda. El viaje tenía también que ver con búsquedas de identidades irlandesas y lugares desconocidos que me cargaron de expectativas y ansiedades, que encontraron su cauce con el correr de estos años.

Sin embargo no pude ver la obra en la sede del Druid, la trouppe había partido en gira, y tuve que esperar llegar a Broadway para poder disfrutarla, con los derechos obtenidos al pasar por Londres. En New York conseguí localidades para una matine en el Walter Kerr Theatre en donde me enfrenté al fin con "La Reina", con esos inolvidables personajes, y por si fuera poco a la salida conocí y hable con el mismo Martin McDonagh. Si bien este "enfant terrible " no era muy conocido en ese tiempo, en pocos meses obtendría tres importantes premios londinenses y los deseados Tonys de Broadway, que lo encaminarían en el 2005 hacia el cine y los Oscares con "Tres anuncios para un crimen".

El marco escénico de su historia me remitió a una típica cocina irlandesa, refugio familiar cómo podíamos encontrar en obras de John Synge o Sean O Casey, pero donde los personajes y los objetos adquirían un significado distinto. Era una imagen de los años 50 bajo la mirada y sensibilidad de un hombre de 25 años, teñido por una cultura Pop .Era un melodrama sobre la relación caótica y compulsiva entre una madre y su hija atrapadas en una Irlanda "rural, marginal y globalizada", en donde no dejaban de ser violentos, imprevisibles, y cómicas. Tenían un humor que la platea festejaba y me acercaba el recuerdo de personajes y situaciones de una obra de Beckett.

 Los personajes me impactaron: Mag era una campesina obligada a consumir productos y series de TV que le impone la globalización, Maureen es una mujer atrapada en tareas domésticas y la rutina de un lugar en donde no ocurre nada, Pato es un emigrante en Londres que añora Irlanda, y Ray otro desarraigado que prefiere vivir en Londres o cualquier lugar lejos de su tierra, reflejaban distintas miradas de esa Irlanda que sobrevive en las baladas tradicionales de Delia Murphy que suenan en la radio. Con ellos McDonagh va entrelazando lo dramático con lo cómico e irónico para acercarnos a un final ambiguo en donde uno elige. Regresé a Buenos Aires con todo ese bagaje de sensaciones contradictorias de lo visto y con muchas más certezas para ponerla en Buenos Aires. Aquí se sumaron para producirla Carlos Rotemberg y Federico González del Pino y Fernando Masllorens con su aportes a los derechos y traducción. Fue en el teatro Ateneo en 1999 con un importante elenco, con una sorprendente Aída Luz, una potente Leonor Manso, un recordado Pato de Alejandro Awada, un creativo Pablo Rago y un inolvidable equipo técnico: María Julia Bertotto, Félix Monti , Luis María Serra y Dora Milea.

 Por supuesto que uno se pregunta ¿por qué volver a este texto? Y las respuestas son varias pero una prevalece: porque los años favorecen a las obras y en sus lecturas se descubren aristas no visible en esas primeras incursiones. También la realidad actúa sobre ellas y la distancia y la perspectiva, las enriquece, aunque hay que sumarle decisiones personales que ayudan.

En este caso el deseo de volver a encarar algo con Marta Lubos luego de nuestro afortunado encuentro para montar "El diccionario ", una experiencia renovada cada temporada. Por todo esto pensé junto con Alberto Teper que sería ideal volver a este texto y con aquella traducción de Masllorens - González del Pino. También es para reflexionar sobre aquella realidad irlandesa de los 90 con cambios notorios en su desarrollo económico que en forma directa o indirecta beneficiaron al teatro y al cine, al mismo tiempo que daban una mayor conciencia de identidad nacional y cultural. Etapa que con el tiempo fue conocida como "Celtic Tiger", denominación que se dio también a esa generación de dramaturgos como sus representantes.

Casualmente el teatro que se genera en estos últimos veinte años huye de la imagen romántica y estereotipada del cliché y tratará de subvertirlo. “Las obras de este periodo se hacen eco de los rápidos cambios sociales que se están produciendo e intentan incorporar la nueva realidad del país: la migración, la post colonización, el desinterés por la religión católica, los prejuicios y los conflictos raciales. No existe ya un teatro irlandés, sino una serie de teatros irlandeses cuyas formas no dejan de evolucionar, dejando atrás la imagen de una Irlanda única, casi exclusivamente nacionalista y predominantemente católica". Por todo esto y algunas cosas más es que estamos trabajando hace tiempo en este proyecto al que se sumaron como actores: Marta Lubos, Cecilia Chiarandini, Pablo Mariuzzi y Sebastián Dartayete.


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