Ayer, en
otra de sus acostumbradas cadenas nacionales para hacer campaña y mostrar que
hace obras que se debieron hacer hace 12 años, la presidenta Cristina Kirchner
dio otro paso en su enfrentamiento con
la clase trabajadora. Visiblemente afectada por el contundente paro convocado
por las centrales obreras, no tuvo empacho en declamar “Me da vergüenza que el 10% que paga ganancias impida ir a trabajar al
otro 90%”.
Las
palabras de CFK intentan encausar a su conveniencia la realidad, y eso hace
rato se le escapó de las manos. Cuando se tiene a la mentira y la
tergiversación como método discursivo, es precisamente la realidad la que hace
que cada vez le sea más difícil coherentizar los dichos con los hechos. Después
de 12 años de gobierno y engaño, lo que dice, cada vez más, expone lo que
quiere ocultar. Porque, si sólo el 10% de los trabajadores llega a pagar el
impuesto al salario, cuyo mínimo no imponible es de $15.000, quiere decir que
el otro 90% gana menos que eso. Y digamos que $15.000 es apenas un salario
digno. Menos, ya deja de serlo.
La
presidenta quiere instalar, además, la cuestión del impuesto al salario como la
única razón del paro de ayer. Es decir que, para ella, el 90% que gana un
salario claramente insuficiente, no tiene razones para hacerlo. El reino del
revés. Es precisamente esa más que injusta realidad la que hace que sobren
razones para el descontento, la protesta y la huelga.
Los
medios de comunicación masivos, TODOS en manos de empresarios, ayudan a la
instalación de la suba del mínimo no imponible como la única razón del paro,
con lo cual contribuyen a la tergiversación gubernamental y al ocultamiento de
la realidad que vive la clase trabajadora en este país. Nada dicen de las
cifras y los salarios de miseria que sufren millones de asalariados. Sin
embargo, esas cifras existen, y pueden buscarse en el lugar menos sospechado:
las estadísticas del propio Indec. Cómo serán las cosas, cómo estarán de mal,
que el organismo oficial de estadísticas, intervenido para ocultarlas, no puede
dar otros guarismos que los que da (lo cual indica que seguramente son mucho
peores). Según el Indec, en su último informe, que surge de la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH), del último Trimestre del 2014:
-
El 90% de los asalariados
en Argentina cobra por debajo de $10.240
-
El 80%, por debajo de
$7.998
-
El 70%, por debajo de
$6.559
-
El 60% de los trabajadores
tiene ingresos por debajo de los $5439
-
El 50% de los asalariados
en este país gana por debajo de $4388
- El 10% que más gana, se
lleva el 30% de la renta salarial, mientras el 10% más pobre, sólo el 1,4%
“Linda”
redistribución de la riqueza la que ha logrado el oficialismo.
Después
de 12 años de gobierno kirchnerista ¿alguien puede estar orgulloso de semejante
realidad? Teniendo en cuenta que la Canasta Familiar ronda los $12.000 según
las estimaciones de la mayoría de los observatorios gremiales, está muy claro
que los salarios en Argentina son indignos, y para la gran mayoría de los
trabajadores, casi de miseria.
¿No le da
vergüenza a la presidenta esta realidad?
¿No le da
vergüenza dejar instalado el concepto de un IMPUESTO AL SALARIO?
¿No le da
vergüenza decir que los salarios en Argentina “son los mejores de
Latinoamérica”, cuando repasando las cifras oficiales, sería mejor que se
callara la boca al respecto?
¿No le da
vergüenza haber establecido el salario mínimo, vital y móvil en $4716?
¿No le da
vergüenza considerar “ocupados” a quienes cobran un plan del estado, o a
quienes “changuean” un par de veces por semana?
¿No le da
vergüenza que el 40% de los asalariados esté en negro, sin ningún tipo de
cobertura social?
¿No le da
vergüenza que el 70% de los jubilados cobre la miseria de $3800?
¿No le da
vergüenza hablar de paritarias, cuando el gobierno participa poniéndole techo a
las aspiraciones de los trabajadores?
Parece
que no le da vergüenza, porque si no, no diría las barbaridades que dice. Como
eso de que “fue un paro de transporte, y eso impidió que la gente fuese a
trabajar”. Lo que se deduce de esas palabras, es que el paro fue contundente, y
que le dolió. Y además: ¿qué pretende CFK? ¿Qué los trabajadores de transporte
queden fuera del derecho a huelga? Ese “argumento” suena más a excusa que a otra
cosa.
Debería
tener vergüenza entonces por la realidad “nada cómoda” que deja esta “señora”
para millones de trabajadores. Pero qué puede esperarse de la presidenta que en
el Consejo del Salario, frente a los sindicalistas lacayos y entregadores de su
clase, dijo muy suelta de cuerpo que “El salario, por definición, nunca va a ser suficiente. Si el salario fuese suficiente, dejarían de ser obreros para pasar a ser patrones”(1). Toda una
definición de la señora que tiene como referentes sindicales a Gerardo Martínez
(buche de la dictadura y cómplice de la entrega menemista), Armando Cavallieri,
Ricardo Pignanelli, Omar Viviani, Víctor Santamaría, Antonio Caló, Hugo Yasky,
Roberto Baradel y demás lacras gremiales al servicio de la precarización
laboral. Hasta Pedraza lo fue, pero “se desgració” cuando terminó preso por el
asesinato de Mariano Ferreyra. Lindo cuadro el del sindicalismo Kirchnerista.
Queda
claro entonces, que CFK y la vergüenza no se llevan, porque ni se conocen.
Lo que sí
provoca escucharla, es vergüenza ajena
(1) https://www.youtube.com/watch?v=EGkj-01lKjQ Excelente trabajo de @mis2centavos