Cristina Castello, por Gabriel Bauducco
Como quienes pelean en la guerra por no matar y, a la vez, mantenerse vivos, Cristina Castello, pelea en la jungla de la brutalidad de la economía que azota al mundo. Por seguir fiel a sus convicciones y por no ser una asesina más, de la legión de quienes matan la poesía. Ella es poeta, aun cuando no habla, aun cuando no escribe. Y trabaja como periodista; una de esas pocas que han pasado por los medios gráficos, por la radio y la televisión (diario Tiempo Argentino, revista Gente, Viva, la dominical del diario Clarín, radio Splendid, conductora del programa de TV Sin Máscara, docente de La entrevista periodística, etcétera) y que, desde su postura ética, se opone al video clip en que se ha convertido la vida… un vértigo infernal que a las emociones, mata. Eso mismo, su ética para la razón y la acción, la hace ver con ojos de asombro el desparpajo con que se conducen la mayoría de los políticos y los dirigentes modernos. Una modernidad de egoístas y traidores… esos a quienes no les importan los demás, esos que traicionan el espíritu de la poesía. Castello habla de una realidad que no es la que cuentan los medios de comunicación. Señala la deshumanización y la soledad de los que están en medio de la masa. Y dice cómo salvarse de la locura, a través de las semillas que sueltan sus palabras (G.B.)
-¿Qué es un poema?
- Es… como un extracto de Universo. Pero hablo de lo que es poesía y no de aquello a lo cual con ligereza se llama así. Cualquiera, en todas las ramas del arte –ni hablar del espectáculo- se auto titula artista; como si vos o yo dijéramos que somos médicos, abogados, o científicos. O astrónomos… ¡eso me gustaría¡ Todo el tiempo de cara el cielo… ¡cuánto regocijo!
- En privado me diste nombres de personas consideradas grandes poetas, inmerecidamente, según vos. Nunca lo expresaste como periodista,… ¿es tu primera cobardía?
- No sé, pero no lo creo. En mis tantas entrevistas enfrenté a los peores monstruos -represores, asesinos, torturadores- y jamás callé. Y si no tuve miedo no fue por valentía, sino por mi hambre de respeto a la vida. Sin embargo, con los supuestos artistas juega otro criterio. Esos malos-o falsos- poetas o artistas pueden ser productos del marketing, pero no son "el" demonio; entonces siento que no puedo vaciar de contenidos -de creencias- a las personas, si no hay otros para reemplazarlos.
-Explicate por favor…
- Supongamos que alguien está sostenido por muletas y vos nos las ves en buen estado. Si se las sacás, tenés que darle otra, iguales o mejores. Si no, la persona se desplomará.
-¿Lo intentaste?
- Sí y aprendí que hay tiempos para decir ciertas cosas. «Hay voces demasiado graves como para que tengan una resonancia inmediata», escribió Oliverio Girondo. Y es verdad: cuando las personas no están preparadas para escuchar, se produce el efecto inverso del que uno desea. ¿Cómo decís a alguien que la letra de esa canción que se cantó, por ejemplo con el retorno de la democracia, es de un mal poeta?
-Es difícil, sí…
- Sí, porque hay un mundo detrás donde además de la poesía, hay latencias espirituales: el aroma, el sonido y la vivencia convertida en recuerdo de alguna estrofa. De versos que son sobre todo, una resonancia interior. ¿Ves que no es fácil el tema? Y lo mismo pasa con la política: viví muy de cerca -y sufrí- que los alertas proféticos de buenos -brillantes- políticos no se escucharan a tiempo. Nos hubieran salvado como país. Recuerdo que entonces pensaba en aquello de Nietzsche de que hay hombres que nacen póstumos. Y es muy fuerte y terrible, pero pasan esas cosas. De todos modos esta es mi actitud como periodista pues como poeta busco amparo en mi silencio interior y en mi soledad, indispensables.
Federico García Lorca |
- Pero tu poesía es reveladora... y rebelde, claro.
-No podría callar porque la poesía es y merece coraje; porque es una grandeza humana, una ventana a la plenitud y mucho, mucho más. Sin embargo, no me gusta el panfleto ni el grito y creo que con economía de palabras y de gestualidad con ellas, puede haber una tensión espiritual y una denuncia: una develación. La palabra escrita cuando es arte –como el arte en general- puede ser profética.
- ¿Qué casos de palabras proféticas recordás?
- Muchos, y de pintura y de música. Pero mejor dejame hablarte de Kafka. En El proceso muestra una suerte de modeloLa colonia penitenciaria vislumbra las maquinarias del terror del nazismo y esa extraña y enferma relación entre algunos verdugos y víctimas. Y en La metamorfosis, si bien en mi primera lectura adolescente vi en Gregorio Samsa sólo a un bichito, después lo vi como símbolo del destino de millones de seres humanos, que murieron en los campos de concentración. Fijate que él lo llamó Ungeziefer y curiosamente fue esa la palabra, con que los nazis llamaban a los pobrecitos que morían en las cámaras de gas. Recordemos que Kafka murió en 1924… ¿Fue o no profético?
- Me impresiona…
- Nos impresionará siempre, porque creo que el arte puede desaparecer recién cuando la pregunta sobre la existencia de Dios deje de tener vigencia. Pero ese interrogante será eterno. Y eterno será el arte. Hasta las cosas, según Jacques Brosse están contentas de ser vistas por los poetas y anhelan que ellos las miren. No es poco, ¿no?
- ¿Y qué dicen de esto los críticos?
- Los críticos… los críticos, salvo excepciones, poco saben. Muchos –no todos- son artistas frustrados, otros negocian y/ o se venden y muchísimos son parciales. Dicen palabras como profundo, inefable, obra metafísica (a aquella que no saben cómo encasillar, porque necesitan encuadrar en algún ismo)… ¡y ni qué decirte el abuso que hacen de la palabra misterio¡
- A ver… «Misterio. ¿Por qué danzan los árboles? Porque el viento. ¿Y por qué el viento? Porque Dios. Y si Dios... ¿por qué no estás acá?» Bueno, esta fue otra digresión: se me ocurrió jugar con palabras mientras miraba el arbolito de mi terraza. En realidad, creo con Gauguin que el misterio es la única certidumbre; y lo acecho y lo apremio y a la vez lo espero, paciente, porque es una de las bellezas de la vida. Pero cuidado: hablo del concepto y no de las personas que juegan a misteriosas y no son más que hipócritas y con máscara.
- Cristina Castello, ¿qué papel debe jugar el Estado en materia de cultura?
-Debería -tené en cuenta el tiempo del verbo- debería hacerse cargo de los problemas fundamentales del financiamiento de la cultura, como ocurre en algunos países del llamado Primer Mundo... aunque ninguno está bien en estos tiempos. En Argentina, la mayoría de las cosas se dejan en manos de los auspiciantes privados.
-¿Cómo es en otros países?
-No tengo datos de hoy pero te doy un ejemplo. En Alemania el aporte de los sponsorsera hace dos años, del cuatro por ciento. Nada más: del resto -que es la totalidad- se hacía cargo el Estado. Kathina Dittrich van Weeringh, especialista alemana en cuestiones culturales estuvo entonces en Buenos Aires y señaló el concepto más que interesante, que sostiene junto a sus colegas europeos: «La menor cantidad de Estado posible pero todo el Estado que haga falta». Pero hablamos de Europa, y aunque ahora también tiene problemas, es otro mundo… acá querrían todo el Estado que haga falta… ¡para robárselo¡ No olvido que durante la terrible presidencia de Carlos Menem, un alto funcionario de Santa Fe (provincia de Argentina), se robó todo y también… ¡un puente!- Si no fuera trágico, sería para reír… ¡qué horror¡ ¿Qué me decís de la educación?
-Que no se educa: se prepara a los niños y jóvenes para los valores de la Bolsa y nadie tiene conciencia de sus derechos ciudadanos y ni siquiera de los que le otorga la constitución como persona humana... ¡ni qué hablar de lazos fraternos¡ «Hay una palabra que me exalta, una palabra que nunca he oído sin estremecerme, sin sentir una gran esperanza, la más grande de todas. La de vencer a las fuerzas de ruina y de muerte que agobian a los hombres. Esa palabra es fraternidad». Lo escribió Paul Éluard, y creo que la fraternidad, precisamente, es una de las salidas. Pero es tan grave lo que ocurre en Argentina -sobre todo a partir de los genocidas del período 1976-1983 y del «gobierno» de Carlos Menem- que las personas están más ocupadas en sobrevivir, que en vivir.
-«Una de las salida»", decís. Nombrame otra…
La gran salida es la ética, para -entre otras cosas- abolir este pensamiento único. Pero me refiero a la ética de las ideas y a la ética de la acción, como escribió hace años un pensador argentino.
Quiero que sepamos de una vez por Dios ya es hora
que en amor la entrega absoluta es certidumbre de libertad.
Que por las mañanas en lugar de noticias de almas sin ángeles
Bach, Poulenc, Mahler, Di Lasso, Debussy, Schubert y Chopin
estallen sobre un Río de la Plata que se transmute en mar.
Mar azul de amor que en noche arrulle almohadas
con madrigales, adagios y claros de luna.( Extracto del poema «Semillas» de C. C.)
que en amor la entrega absoluta es certidumbre de libertad.
Que por las mañanas en lugar de noticias de almas sin ángeles
Bach, Poulenc, Mahler, Di Lasso, Debussy, Schubert y Chopin
estallen sobre un Río de la Plata que se transmute en mar.
Mar azul de amor que en noche arrulle almohadas
con madrigales, adagios y claros de luna.( Extracto del poema «Semillas» de C. C.)
-¿Hacia un nuevo humanismo?
- Digamos que hacia formas humanas de vida. Y para eso es importante que la cultura contenga la posibilidad creadora y no la mera transmisión de saberes emparentados con la tecnocracia y tendientes al exitismo; porque así se forman seres deshumanizados -parecen mutantes- llenos de aparatos electrónicos y con el alma vacía. ¿Sabés qué pasa? La sociedad está fragmentada y a partir de allí, todo lo que se da con el nombre de cultura son también fragmentos. Fragmentos de la nada. Es la estética del video clip.
- No hablás del video clip como valoración estética…
- No, hablo de la vida como video clip, como explosión de fragmentos. Modo de publicidad al fin, aunque su origen fue la difusión de música, su objetivo es el consumo. Y si bien al principio estuvo dedicado a la juventud, la televisión incorpora cada vez más elementos suyos. La vida parece un video clip y en ella la velocidad y el vértigo tienen la batuta. No existe la pausa y se dice nada con la apariencia de que se dijo todo. Importa el movimiento, aunque anestesie. O por eso mismo. Los valores son descartables. Son antiguos el debate y el diálogo, la palabra es anacrónica y pensar es vetusto… no sea que se nos ocurra vivir a conciencia despierta. Entonces me pregunto: ¿el mosaico del video clip nos ubica en el mosaico de la existencia? Lamentablemente, parece que sí: imágenes aceleradas, vida acelerada. Aquejados de apremio, olvidamos transitar la existencia como posibilidad creadora. Y yo me opongo y sigo luchando para que, quienes sacralizamos la vida, sigamos en la misma senda.
- Quisiera pensar que lo tuyo es pesimismo, pero veo tus palabras como una película de la cotidianeidad…
- Así debería ser nuestra vida…
-Sí, porque nada menos que la vida es lo que está en juego. ¡Pero el video clip de nuestras propias vidas, nos hace dar importancia al éxito, más que al triunfo. Nos despedimos de todos con besito -como fórmula y sin cariño- y estamos en contacto: interesa más el follaje que las raíces y las palabras o la palabra, no quieren decir nada. Tampoco hay espacio para pensar, ni para sentir; es como si tuviéramos que vivir en estado de coctelera. ¿Y dónde la tibieza y la capacidad de locura; y la alegría y el entusiasmo y el deber de la belleza? Parecen en retirada -creo que sólo parecen- y por eso creemos que perdemos tiempo con los afectos hondos, con la lectura, o si nos asomamos al prójimo.
- En cambio ese es tiempo ganado, en vida, en intensidad…
- Absolutamente, pero hay tanta enajenación hoy que no valoramos que usamos ese tiempo, para ser personas; ni nos damos cuenta de que, como escribió George Steiner, reemplazamos ingestión por consumo. Y con el mero consumo, el arte, al amor, la política, la religión… ¡la vida! pierden su poder de implosión: de explotar para adentro.
- Cristina, ya mismo,… ¡vamos a «burlar la realidad»!
- Ya lo estamos haciendo con este diálogo. A ver si podemos dejar de vivir jadeantes de urgencias. Y para que la unión entre todos, no esté basada sólo en la convocatoria a unirnos por la inseguridad diaria que vivimos en las calles y en nuestras casas; para que esa unión sea fraternidad. Para que esa unión sea unión, entrega, amor y no la máscara solidaria del miedo: «cuidado, me pasó cerca, me puede tocar a mí». Y… ¡por Dios¡... Para que el arte y la cultura sean luz, camino, búsqueda; y para que nuestras vidas no sean una sucesión de fotografías de un álbum cotidiano que se consume, pero no se ingiere.
- Sos una mujer fuerte: nunca lo dudé…
- No soy fuerte, no te equivoques. No tengo una fibra más en el alma y sobre todo con mi delgadez y cansancio, tampoco una célula más en el cuerpo. Sólo trato de ser digna. Y buena,.. la bondad, tan desprestigiada, es un valor. Y trato de transmitirlo. Quiero que hagamos la gran empresa de recuperar la inocencia. No, no soy fuerte... simplemente lloro para adentro y mis pupilas se secan y mis ojos se enferman... porque no lloro con lágrimas visibles. Pero también yo sufro. Y también necesito abrigo, cobijo, amparo. Ternura. Y lo necesito tanto, como necesito darlo. Tengo, sí, la llama bendita de mi amor por el Arte, por la vida y por las almas sin sombras o por las que tuvieron sombras pero pudieron volver a la luz.
- Pensaba que hace unos segundos que no citás poesía…
- Esto que hacés es de buen periodista. Con una sonrisa y una observación, cambiás el clima. Además, adivinaste… estaba por citar a Paul Celan, un poeta superior, un hombre que padeció los campos de concentración y que, sin embargo, hizo tributo a la vida y a la belleza. En el libro Cristal de Aliento hay tanta vida, tanto cielo… escuchá: «... En la fuente de tus ojos/ viven las redes de los pescadores/ del mar errante./ [...]/ Sólo al renegar soy fiel./ Soy tú cuando soy yo...»
Louis Aragon |
- Y mirá el sol de esta tarde. Y la sonrisa de esas lavandas que decidieron nacer en este invierno crudo, para darnos testimonio de vida. Y mirá las nubes rosadas y los leños prendidos acá, en mi casita. Y recordá a Miguel Hernández que…
- Yo sabía… ¿qué sería de tu vida sin poesía?
- No sería. Y lo de Miguel Hernández, dejame que lo diga… «Ah, qué buena la tierra de mi huerta. Hace un olor a madre que enamora… ». Y lo de Yeats: «… un solitario impulso de deleite me impulsa a este placer de nubes». Y nadie sabe, pero contemos que mientras hablamos escuchamos los Nocturnos de Chopin, que son el arte y que el arte es la vida.
- Y nadie sabe tampoco que entre las lavandas, y Chopin, y los leños, se escucha también el sonido de los mails que caen y caen en tu computadora…
- Sh... no digas nada… ¡Es música¡ Son amores sublimes y sublimados. Son certeza. No son mails sino gorrioncitos del cielo. Esto que cae es amor, de quienes siguieron mi trayectoria en medios gráficos y/ o de quienes veían mi programa de televisión Sin Máscara (volverá)... y de quienes me ven «en» poesía... es un amor tan grande como el que siento por ellos. Y es certeza, cuando son mails de personas que escriben por primera vez, y con sus palabras me enseñan que las semillas que sembré, germinan.
- No… ¡qué periodismo! El periodismo es mi excusa para contrabandear arte, valores, vida… o por lo menos para intentarlo.
- ¿Cerrás la entrevista con un poema… o con un fragmento?
- A ver... ¡Sí¡ Edgar Allan Poe tomó posesión de mí en este instante… ahí está el misterio. Escuchá: «… Los que sueñan despiertos saben de mil cosas que escapan a quienes sueñan dormidos. En sus brumosas visiones, captan vuelos hacia la eternidad-. Y al despertar se estremecen al comprender que por un instante, estuvieron al borde del gran secreto». Bueno… ¡Vamos a hacer la revolución de los sueños¡
**Gabriel Bauducco es periodista y escritor
Es argentino y vive en México
Imagen de apertura: Sobre una foto mía, hecha por Ramón Puga Lareo y una obra de arte de Odilon Redon
Es argentino y vive en México
Imagen de apertura: Sobre una foto mía, hecha por Ramón Puga Lareo y una obra de arte de Odilon Redon