miércoles, 11 de marzo de 2015

«Orage», de Cristina Castello por André Chenet en la revista «Les Citadelles»


Cristina Castello, o «La Sed de poesía y de hermosura»


Con un frontispicio de Antonio Gamoneda
Un prefacio de Thiago de Mello
Traducción del español por Pedro Vianna
Edición de arte acompañada de una combustión de Christian Jaccard
Edición para todo público, ilustrada por reproducciones de pinturas sobre papel deOdette Beaudry.

           Si tuviera que expresar en pocas palabras lo esencial de Orage, con mucho gusto citaría algunos versos del poeta brasileño Thiago De Mello, quien brindó a Cristina un espléndido prefacio, colocándola enseguida entre sus pares en la gran e intensa tradición de la lengua hispánica.

«…el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor a quien se ama,
sabiendo que es el agua
quien da a la planta el milagro de la flor
»

           Extracto de «Los Estatutos del Hombre», de Thiago de Mello. Traducción del portugués: Pablo Neruda 
y también este extracto de su poema « Iniciación del prisionero», en «Canto del amor armado», 1979:
«Amor es una alegría
que nadie sabe, libre y luminosa
como las lanzas de sol de la rebeldía,
que es amor, es brasa y de repente es rosa
»

           Cristina, otra «pasajera considerable» hizo suya la fórmula decisiva y sumamente actual de Rimbaud: «También se ha de reinventar el amor». Y es lo que hace cotidianamente, sin fallar, sin desanimarse, enfrentándose con la desesperación y los inevitables golpes de la suerte con un Valor sin par.
Cristina escribe la Rebeldía inevitable, ese irreprimible movimiento del ser, donde se encuentra la única respuesta exorcizante plausible y eficiente para enfrentarse con las injusticias, la estupidez, el odio y la codicia que caracterizan al mundo humano devastador; mundo en el que todos nosotros –los locos de poesía- nos afanamos de manera más o menos desigual para SOBRE-VIVIR, sin negociar una onza de nuestra integridad y de nuestro fervor.

           Escribir y vivir la poesía, sin la menor separación entre el decir y el hacer, ésa es su profesión de fe y «en un mundo donde», como dice Alain Badiou «cada uno sigue su propio interés, interés establecido en sistema, en modo de vida, escribir tendría que ser una entrega personal, un olvido de sí mismo». El poeta marsellés Gerald Neveu nos legó antes de acabar con su vida de lobo enjuto, acosado por la miseria, esta inagotable y maravillosa definición de la poesía, entre otras tantas posibles:
«La poesía es salir de sí para dejar que entren los demás»

           Añadiré a todo esto un extracto de mi poema titulado «Exilio de la poesía» que me inspiraron directamente, en el sentido potente de la palabra, los poemas que había recibido por correo electrónico de la misma Cristina. En aquella época había entrado en contacto con ella para pedirle permiso de publicar uno de sus artículos en la revista en línea DANGER POÉSIE (PELIGRO POESÍA), e inmediatamente nos apreciamos y reconocimos. Me parece necesario precisar que cuando escribí ese poema (3 de septiembre de 2009), aún  no había leído Orage/Tempestad. A continuación, el final de mi poema:

«¿No es la poesía el arte
De desanudar nudos de serpientes
Para encontrar el paso perdido de la eternidad?
Soledades se desposan
En las escansiones y los fragores del VERBO
Piedra de toque ardiente de las altas migraciones
La poesía eres tú mujer que su piel despierta
Mujer de dedos sanadores de aliento perfumado

Camino sobre nubes con una tempestad a mi lado
Tropiezo con las cimas me tambaleo entre los abismos
Cada estrella es un espejo mágico donde te reflejas
Donde me complazco IMAGINANDO las variedades de tu cara
Tu voz toma forma de poema
Para liberar todo lo que en nosotros hay que liberar
Te vuelves fiera a la hora de la acción
Exiges belleza para todos los desterrados»

           Cristina nos entrega un libro Verdadero, esencial, escrito en carne viva, donde se expresa una pasión brillante y necesaria, tanto como es necesaria la poesía, esa pasión vital que ella domina hasta en los fulgores de las metáforas. Éste es un libro lírico, carnal y espiritual, bajo el triple lema de Ares, dios de la guerra, de Afrodita, diosa del Amor y de Orfeo, el compañero de iniciación de los poetas.
Para concluir no puedo menos que mencionar este dicho español que probablemente tiene un equivalente en todas las lenguas:

« Sin amor no se puede vivir » * 
que no puedo menos que completar con:

« Sin poesía tampoco »* 
                                      André Chenet, 8 septiembre de 2009 (1)                                    
  Traducción del francés: Denise Peyroche
(1)  Cuando André escribió este texto, no nos habíamos visto nunca. No nos conocíamos. Este texto y este poema suyo (un fragmento,  aquí), son quizás el umbral del misterio. El de nuestro encuentro para la vida. (C. C.)

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* en español en el texto original
 (1) Cuando André Chenet escribió este y otros textos sobre mi poesía -para su revista- no nos habíamos visto nunca, todavía.  Hoy y desde el 17 de julio de 2010,  soy su esposa.
Foto: Denis Garnier

Perturbadora la poesía de Cristina Castello, por Por Françoise Urban-Menninger

Orage/Tempestad, poemas de Cristina Castello
©e-litterature.net

En el magnífico frontispicio que dedica a Cristina Castello, Antonio Gamoneda escoge algunos versos de la autora y los mezcla con su propia palabra para restituirnos todo lo suntuoso de esta mujer poeta cuyos cuerpo y alma se funden con sus textos: «Eres un alma vestida de silencio y celebras el fuego porque estás ebria de luz / y un motín de violines incesantes se desprende de ti».

         Siguen a este vibrante homenaje, el prefacio de Thiago de Mello y una nota del traductor y poeta Pedro Vianna. Desde el principio, Thiago de Mello coloca a Cristina Castello en la misma estirpe de Neruda, Borges, Storni y otros muchos. De ella, dice que«es inventora de una lengua poética hecha de perturbadoras metáforas» que «fundan la verdad como Hölderlin nos enseñó».
         Perturbadora es, por cierto, la poesía de Cristina Castello. Mucho más que eso, su grito parece sobrepasar el poema para apoderarse de nosotros en carne viva; en cuerpo y alma, porque para la autora la poesía es una resistencia última a la inercia de un mundo que perdió todos los valores y todas las referencias. «¿Por qué mis ojos miran los adentros?» pregunta la autora, y afirma luego: «Resistiré armada en poesía».
         Argentina por su nacimiento pero parisina de por amor, como le gusta presentarse, Cristina Castello es una mujer comprometida que escribió miles de artículos para denunciar las injusticias, la barbarie, los genocidios…
         De esta manera en su poema «Tinieblas», Cristina vuelve al Golpe de Estado genocida en Argentina en 1976 responsable del asesinato de 30 000 personas. «Cómo cerrar con mis labios los suplicios/Cómo vivificar los muertos en su alba / Cómo palpitar en los párpados de la paz».
Las imágenes irradian belleza, el horror quema las palabras e incendia los sentidos; la potencia de esta poesía atiza el pensamiento. Cristina Castello despierta las conciencias  atontadas o indiferentes, profiriendo sus versos cual anatemas «Es una danza macabra este planeta».
Pero si la autora es una loba que aúlla, también es portadora de un mensaje de esperanza: «El amor rebautiza el mundo» o en este último verso que termina admirablemente el poemario, profetiza clamando: «La esperanza es una encrucijada».
Leer a Cristina Castello es una urgencia literaria absoluta porque en su poesía se oye llorar el alma del mundo, sangrar el corazón de la tierra, cantar el espíritu desde lo alto de las cumbres. Orage es un manantial de luz en que el alma y los sentidos encontrarán donde abrevar la sed y regenerarse en una cotidianeidad en el cual la creación queda hoy muy a menudo a media asta o desprovista de inspiración.

Libro editado por Ediciones BoD con un frontispicio de Antonio Gamoneda y un prefacio de Thiago de Mello.
25 de enero de 2010
Traducción del francés: Denise Peyroche
Foto: Ramón Puga Lareo

Crítica de «Orage /Tempestad», por Serge Maisonnier

Cristina Castello
Poeta y periodista nacida en Buenos Aires
poemas de Cristina Castello
con Combustiones de Christian Jacquard
Frontispicio de Antonio Gamoneda
Prefacio de Thiago de Mello
Traducido del español (Argentina)
por Pedro Vianna
Edición bilingüe

«L’orage es una lumbre inexorable» advierte Cristina Castello ya desde el primer poema de su nuevo libro. No es el frío glacial de este mes de enero 2010 lo que impide que esta llama brille también en los ojos, en la voz y las palabras de la autora en la casa de la América latina de París en que nos presenta la lectura de algunos de sus poemas, rodeada de sus amigos entre ellos André Chenet, como director de orquesta de esta soirée.


Dividiéndose la obra en tres partes, cada una bajo la égida de un dios como Ares, de una diosa, Afrodita, o del semidiós Orfeo, Jean-Pierre Faye, invitado de honor de la sesión, se entrega a un brillante ejercicio de erudición sobre la mitología para señalar el hilo conductor de esta poesía.   
El planeta es una niña ultrajada [...] junto a millones de dolores sin eco y en efecto Cristina nos recuerda que realmente obró Ares en su Argentina violentada por los generales asesinos;  pero la poeta sabe resistir cuando afirma «Yo puedo todavía abrir mis manos a mis Otros». 

Frente al horror económico o a la crueldad de los verdugos ofrece Cristina«un bouquet de arpegios que tatuará el porvenir» y no se trata aquí de un mero idealismo porque la autora, tanto periodista como poeta, es antes de todo una mujer de combate.

Pero Marte tiene los días contados, luego viene en el poemario el reinado de Afrodita que «exorciza nuestro arco iris extinguido». En él se trata de Venus, y en efecto Cristina nos quiere y nos brinda sus palabras y también sus gestos amistosos que, a lo largo de esta función, quisiera prodigar a todos los que vinieron a verla y escucharla.

Si la tempestad simboliza en la primera parte la danza macabra de este planeta bajo el imperio del horror sigue siendo la Tempestad cuna estremecida la que anuncia esta segunda parte que no falta de erotismo. Ya no hay orquídeas cavadas de ausencia y la poeta sabe que la carne siempre tiene algo que decir.
L’orage furtiva nos cancela súbito el desierto y esta tempestad es verdaderamente la de la pasión, a la que se aventurará en la tercera parte gracias al lirismo de Orfeo. Este trueno de viento que da vida al poema es la música, la lira que no es mudez sino la voz del alma.

Con esta tripartición se remata el tema y como lo dice Cristina Castello no queda sino escribir para inventar una segunda eternidad.

                                                                                Serge Maisonnier
                                               Traducción del francés: Denise Peyroche